viernes, 5 de febrero de 2010

Sabemos qué aliño le pones, perillán


Tras un mes a la carga desde estas páginas, y por ir abreviando, veamos cómo funciona esto: En cuanto avistamos un problema, siempre y cuando no sea demasiado candente, lo tanteamos; con más mimo del que a menudo merece, procedemos a un examen rigurosamente analítico; tras él aparecen las dudas, en las que distraemos el problema hasta darle una resolución sintética con abundantes licencias poéticas. El truco se resume fácilmente: Cuando tengas un problema, recuerda que donde no llegan tus soluciones, llegarán al menos tus metáforas y con ellas tus torpes explicaciones parecerán definitivamente otras.

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