martes, 18 de enero de 2011

Cabeceo público


«Fue una velada agradable, con gente muy divertida, inolvidable»
según confesión de uno de los premios Nobel
Para lucir galones académicos en una buena mesa y llegar como triunfador, y bien alimentado, a los postres, todo el truco está en tu cabeza. Muéstrala despejada y altiva, que a todos agradará verla, esperando ansiosos de tu boca una palabra siquiera. Te atraerán con lisonjas y te citarán con intrigas. No entres en esas, mejor que te lleves bocado y evites retos o polémicas. Si te pillan de vacío, échate un buen trago y das luego un «sí» mirando al plato ensimismado. Por repetida no será menos acertada esa misma aprobación cuando llegue lo suculento en asados y pepitorias. Eso es lo importante, que con naturalidad asientas como el que cabecea y cabecees como el que asiente. Incluso dormido, mejor si despierto, poco importa que sigas mudo si te muestras de sano apetito y de cabeza removida. Ya te lo dije, ahí en la cabeza está el truco, no vayan a pensar los que pagan el convite que con ella sólo piensas.

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