jueves, 27 de enero de 2011

Miniaturistas y portulanos


Bajo el halo de misterio con el que se han empeñado en envolver el Kitab-i bahriye (Libro sobre navegación) de Piri Reis, están los maravillosos portulanos y mapas que lo ilustran. Para explicar toda esa intriga habría que recordar simplemente que este atlas náutico incluye un mapa del contorno costero oriental del continente americano datado en 1513, con información del mapa trazado por Colón en sus viajes y con vagas alusiones a mapas anteriores. Esto ha desatado toda clase de especulaciones, dejando en un segundo plano los casi 300 mapas restantes del atlas que dan una descripción exhaustiva de las islas y costas del Mediterráneo, con especial atención al área de influencia otomana.

Si ya el contenido ha sido soslayado por las especulaciones sobre el origen del mapa americano, qué decir de su primorosa ejecución, obviada quizás por ser un inoportuno  reflejo de otra cultura y tradición. Teniendo en cuenta su enorme interés artístico, es poco realmente lo que se ha hablado del delicado trabajo de los iluminadores turcos que dieron cuerpo a esta obra monumental. Con sólo ir repasando las sucesivas hojas calibraremos el tamaño de la injusticia,  y descubriremos de paso las múltiples facetas y técnicas que dan aliento creativo a esta tarea y de la que resultan unas láminas verdaderamente deslumbrantes.

Puerto de Brindisi
En general, los mapas antiguos rescatan algo de nuestra ingenuidad, y la imprecisión de su contenido (intolerable para los parámetros actuales) se compensa con el desenfado y el tono abiertamente descriptivo que los informa. Lo normal, por ejemplo, es que sus elementos y accidentes geográficos apenas se muestren simbolizados y que se ofrezcan reproducciones de puertos, plazas y accidentes en miniatura. Se tiende, por tanto, a actuar atendiendo más a la concreción que a la abstracción. Una fortaleza costera, como las de los puertos de Brindisi y Ancona, no quedará elípticamente representada por una letra F, sino con los detalles más o menos fabulados a partir de los aportados por su observación directa.

Fortaleza y puerto de Ancona
Aunque la factura de los mapas (contiene entre otros los de El Cairo y Venecia) es puntillosa y bastante pintoresca, quizá sea en los portulanos donde mejor se ve cómo la creatividad puede unirse al capricho para lograr maravillas. Al emplear como técnica básica la iluminación de manuscritos e incorporar, además de los elementos náuticos, textos, imágenes y otros detalles geográficos, los iluminadores vienen a proseguir con el enfoque cosmográfico que caracterizaba los trabajos de la escuela mallorquina. De los autores reales de la obra apenas queda constancia. Orhan Pamuk les rindió implícitamente homenaje en su novela Me llamo Rojo, donde viene a reflejar el mundo en que se desenvolvían los miniaturistas de la corte otomana a finales del siglo XVI.

Con independencia de su origen, hay rasgos que marcan con un estilo inconfundible las páginas de este atlas. Podemos considerar, entre otros, el dibujo de las rosas de los vientos cuya gama resulta casi interminable, con profusa alternancia de trazos, de dorados y de coloridos. Ese mismo recurso al color es también el favorito a la hora de reflejar las cadenas montañosas del interior, que suelen aparecer engranadas como una cadena multicolor de pequeños cerros, lo que les concede un toque llamativo y singular. Hasta el propio dibujo de las líneas de costa llama la atención, no sólo por el realce colorido con el que se ofrecen, sino por el gusto manifiesto en hacerlas curvas, atendiendo a criterios artísticos bien alejados de los que las reducen a poligonales y que pasarán a ser convencionales en las cartas posteriores. En realidad, la pérdida de todos estos y otros rasgos significativos llevará las cartas de navegación a un punto en que la simbolización, y la consiguiente precisión, se impondrán a costa de los amagos artísticos.


Posdata: * Kitab-i bahriye (Libro sobre navegación) (s. XVI-XVII), Piri Reis, 
Copia manuscrita iluminada, The Walters Art Museum, Baltimore.

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