miércoles, 2 de marzo de 2011

El niño me cuenta...



El hijo de un alto funcionario inglés instalado en el «continente» le confesaba con sorpresa a su padre: «¿Sabes lo divertido que es hablar en alemán? Sabes exactamente lo que estás diciendo, pero nadie más lo sabe». La boutade infantil admite diversas lecturas: una que atiende a las cualidades descriptivas del alemán, otra al estatuto superior del inglés y una tercera al sentido británico del humor. Lamentablemente nos faltan datos para determinar cuál de ellas debería ser la preferente. Sería útil, por ejemplo, conocer la edad del protagonista para calibrar el grado de ironía, y el tamaño de su arrogancia. Sería también necesario despejar dudas sobre su entorno bilingüe, que tan propenso lo hace a ese enfermizo ensimismamiento. Aun con estas precisiones, lo mejor, pero lo más difícil, sería entender ese extraño sentido de suficiencia que acaso lleve al muchacho, alentado por sus espíritus protectores, a instalarse en esa broma sabia de por vida.

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