martes, 8 de marzo de 2011

De las ciencias vitales


Todo es un poco más complejo de lo que siempre se nos había dicho. Nada se aprende de la victoria, pero tampoco se ve claro qué ganamos abrazando el fracaso. ¿Acaso nos hará más sabios? Si hoy avanzamos, mañana seguramente nos replegaremos, así es la ciencia vital. Quizá la historia sea otra cosa. Que no esperen mucho de la lógica quienes repasen nuestros confusos recorridos, marcados siempre por lo contrapuesto y resumidos en lo contradicho. A quienes se acercan al núcleo amoroso, les urge hacer llegar su verbo directo. Pero el amor es un argumento arbitrario y envolvente, atento únicamente a los ecos de la música. Y aún así, es atroz lo que resuena. Como golpes cruzados llegan a la pluma los versos de Sor Juana Inés de la Cruz, aquella mujer encendida.

           Al que ingrato me deja, busco amante;
           al que amante me sigue, dejo ingrata;
           constante adoro a quien mi amor maltrata;
           maltrato a quien mi amor busca constante



Sonoro clarín del viento (s. XVIII), Manuel Mesa,
Villancico de Sor Juana Inés de la Cruz, interpretado por Ensemble Elyma.


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