lunes, 28 de marzo de 2011

De sobresaliente


Sobresaliente, Andrea Horna / Mateblogico
Hemos llegado a un punto en que quien no aparece entre los cien primeros en algo puede darse por actor fallido. Por eso buena parte de los esfuerzos de la gente se centra en dar con su ventaja natural, a la espera de que le sirva de catapulta. ¿Hacia dónde?, ese es un asunto menor, una vez que deja atrás a los mediocres, levanta el vuelo y planea. El cien, como el diez o el mil, es un sello de calidad que lucen con orgullo los escogidos. Entre el mérito y el método se pone en circulación una versión redonda de lo cuantitativo. Lo que se pierde en números y precisión se gana con el retorno al olímpico mundo de lo cualitativo, donde se comparte de nuevo espacio con las virtudes. Si la frivolidad de medir se compadece mal con la bondad, la sensatez o la belleza, lo mismo se debe esperar de esa virtud que el recién llegado exhibe como el mejor entre los humanos, o al menos como uno de los cien mejores. Y así, con su título de sobresaliente, pronto juzga y determina que no deberían los héroes como él someterse a tan toscos calibres.

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