miércoles, 16 de marzo de 2011

Seguidismo



Como los análisis tontos están tan al día, sin ánimo de acertar, pruebo a rascarme un granito cada vez más irritante que me ha ido levantando el espeso y sofocante mundo audiovisual. Constatemos para empezar que cada vez quedan menos espacios sin esa cobertura y que tampoco se observan actitudes numantinas o respuestas violentas en las zonas más castigadas y de mayor exposición a los rebufos mediáticos. No pudiendo paliar los efectos, sacudirnos la mugre o al menos protegernos de todas esas pantallas, todo gira en torno a dos acciones facultativas: ver y quejarnos. Bien es verdad que con esas opciones, en el momento de la verdad, cuando las pantallas lanzan su producto, caben pocas combinaciones.

1. Si no lo ves y te quejas, alguien te dirá que hablas de lo que desconoces, que nada puedes criticar yendo de oídas. Así pues, pecas de ligero, de charlatán, de criticón, y de seguidista.
2. Si lo ves y te quejas, alguien te dirá que ya sabías a lo que ibas, que nadie se apunta a ciegas a pagar por tonterías. Así pues, pecas de manirroto, de bobo, de amargado, y de seguidista.
3. Si lo ves y no te quejas, alguien te dirá que no debes avergonzarte de haber visto un vibrante documento sociológico. Así pues, pecas de insensible, de pusilánime, de vergonzoso, y de seguidista.
4. Si no lo ves y no te quejas, alguien te dirá que te paseas por el limbo, que poco sabes ya de la vida misma. Así pues, pecas de zombi, de asceta, de fatuo, de pirado, por no cumplir con esos medios que te asisten y te informan, y que igual te crees un intelectual, por no ir de seguidista.


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