lunes, 4 de julio de 2011

¿Un estilo de vida?


Guerra de Vietnam, foto tomada de The American Experience
Los paraísos por los que peleamos tienen un aspecto tan trivial e inocente que convierten las batallas, por crueles y feroces que sean, en melancólicos intentos de devolvernos la vida perdida y las armas en mansos instrumentos ejecutores de lógicas intemporales y por ello necesariamente justas. Del mismo orden evocador suelen ser los discursos que las justifican, empezando por las propias arengas que empujan al guerrero a contemplar desde el precipicio su ilusorio patrimonio en el pasado, aquel inexpugnable cobijo materno en el que le salieron los dientes. Pero en realidad no es la vida lo que se reclama en esas luchas, sino aquella clase de vida que sentimos en nuestro interior como la más entrañable, como la más valiosa, por devolvernos simplemente a un horizonte familiar y seguro. Esa interesada confusión hace que esa vida con protección perpetua haya pasado a ser llamada el paraíso y debería ser razón de peso para que nadie que se reclame dueño de su vida pueda sentir como propio ninguno de esos paraísos.

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