domingo, 31 de enero de 2010

El espíritu del bosque


 
Bosque en Latasa (Imotz)

Para ciertos días hay páginas como la nieve. Los caminas mudo, abriendo el oído al murmullo del bosque, mientras van ganando espacio tus ojos a las brumas. Aprendes pronto de las huellas olvidadas y de quien hizo su camino. Agazapado atiendes y esperas el rapto de las horas, a la sombra del ciervo. Rama tras rama, respiras ansioso, como el que destapa su juego de luces. Apenas negro finalmente dominado, y con el día cifrado en ese apunte, vuelves tu mirada a la noche, donde nada ya se te oculta.

sábado, 30 de enero de 2010

La montaña y sus razones

 
Peña la Raja, Urraúl Alto

De todas las excusas para ascender a una montaña, hay unas cuantas que nunca me vienen a la cabeza y otras que por el contrario siempre tengo presentes. Como en esto somos también diversos, son todo contraluces que sirven para hacer ver nuestro carácter, más allá del presumido espíritu aventurero. A esa aventura sobre las altas cotas se le han puesto demasiados timbres de gloria: catálogos y buzones, memorias y rutas, torres y banderas; por no hablar del tiempo, ante el que nos rendimos como juez, aunque convierta a los pacíficos caminantes en competitivos atletas. A diferencia de otros, no siento, por ejemplo, la presencia de la montaña como algo retador, como un desafío personal; no me anima el afán de una victoria que deje esa orgullosa cima a mis pies; tampoco siento curiosidad por trasponerla como si de una frontera se tratara, cuando nadie al otro lado me espera, ni confío allá en más verdes y mejores prados. La promesa de espectacular panorama en la cumbre atrae, no lo niego; pero el recuerdo de aquella cuadrilla en Peña Plata despachando su cargamento de magras y huevos, o el de la turba correteando entre aquellas cruces de Hernio, aleja cualquier esperanza de contemplar las profundidades del valle por un instante en silencio. No pretendo alcanzar allá arriba el éxtasis, haciendo el bobo como una estatua tiesa en medio de los vientos, sólo un poco de recogimiento para saborear el momento y educar la memoria; me basta con retener esa emoción y pensar que, por aciagos que vengan los tiempos, nunca se arruinará del todo lo que han tejido mis recuerdos. En esa intimidad fugaz, los gestos están de sobra, porque no busco ánimas perdidas, ni invoco al cielo ni a las sombras; sigo mis pasos, los cuento para corregir el aliento, los enderezo para sortear los obstáculos, los ajusto al terreno para ganar su apoyo a mi esfuerzo. Aun a solas me siento acompañado: oigo dentro las voces del otro, del que allá abajo dejamos, de nuestro mismo pelaje y figura, atónito y temeroso, confundido y resignado; junto a mí son legión las mariposas, pero también los pegajosos limacos hacen mi camino, y corzos en la espesura, las ovejas plácidas como en un cuadro, los pájaros dóciles marcándome ruta y las vacas con sus moscas más ensimismadas cuanto más cerca de las serenas alturas.

viernes, 29 de enero de 2010

Derechos estadísticos


-Como feliz propietario de un artilugio de reproducción musical es usted sospechoso de audición no autorizada y debe pagar la tasa solidaria de apoyo a la animación creativa nacional. No tema, no se le acusa directamente de nada, se le cobra. Puede que no haya cometido la falta por la que se le carga ese sobrecosto, pero el 70% de los propietarios (según las estadísticas oficiales) sí. Así que debería reclamar su derecho a devolución en el INE, en el CIS o en cualquier otra agencia estatal de estadística.

-Pertenece usted a un distrito de dudosa reputación. Así lo acredita la última encuesta (Prospect Team, 2008) que asigna a su entorno una tasa de delincuencia mucho más elevada que la media de los restantes. Por consiguiente, le recuerdo que a efectos de obtención de beneficios sociales deberá adjuntar una declaración de personas representativas de más del 50\% de los sectores que estén por debajo de la media según el informe anual de la Fiscalía general. Serán ellas las que acrediten estadísticamente su buena fe. Se deja a su buen criterio el traslado a una zona cuyas cifras de desafección administrativa estén estadísticamente normalizadas.

-Fuentes generalmente solventes de su empresa nos comunican que sólo un 10% de la plantilla ha mostrado formal desacuerdo con la iniciativa nacional de progreso y modernización de los espacios laborales. Como quiera que el mandato parlamentario no permite la implantación de este moderno instrumento jurídico, y los beneficios que de él se derivan, sin una cuantía mínima del 90% de afectos, hemos querido darle a conocer el dato para que libremente pueda ejercer su adhesión a este programa. Si por desventura no considera oportuno hacerlo, la empresa se reserva el derecho de liquidación de intereses contemplado en el artículo 29 en lo referente a conflictos manifiestos.

-La publicación a la que usted hace mención entró en este registro con el número de expediente 1234/2005, expidiéndose para su evaluación técnica al organismo facultado. Complementariamente, nuestros servicios jurídicos de nivelación han procedido a estimar su previsible impacto atendiendo al baremo aprobado por la Comisión Interina (anexo LXXII). Como resultado de estas providencias el expediente ha quedado encuadrado en el nivel W, lo que hace innecesaria la evaluación inicial, de lo que hemos dado cuenta a la oficina técnica. Queda en su mano la posibilidad de recabar la readmisión a trámite mediante la presentación de avales representativos de un 90% de los titulares de su mismo sector editorial.

-Comprobamos que en las 10 últimas jornadas electorales, según la Junta electoral del distrito, no ha ejercido usted su derecho al voto, legítima opción que no podemos sino desaprobar. Pertenece usted a un estrato electoral con un rango representativo del 15%, al que se pretende, como objetivo estratégico ministerial, erradicar o integrar. Queremos recordarle al respecto que en su circunscripción puede verse representado por los siguientes partidos y coaliciones (sigue una lista). Su renuncia privada está actualmente garantizada, hecho que no le impide ser objetivo preferente del nuevo plan de remoción social de votantes durmientes (con la consiguiente estimación de su volumen y localización geográfica), destinado básicamente a que nuestras fuerzas políticas conozcan mejor los márgenes de mejora en la penetración de su mensaje electoral.


jueves, 28 de enero de 2010

Narciso sale a escena


Entró en escena y se mantuvo circunspecto hasta que llevándose la mano al pecho declaró con vehemencia: «Quisiera simplemente que ustedes me vieran tal como yo soy». El gesto quería ser de humildad, y hasta de franqueza, pero a fuerza de mirar y ver allí al sujeto posando inmóvil, muchos llegamos a la conclusión de que se exponía para ser visto tal como a él le gustaba verse. Eso no quiere decir que le gustara a él mismo verse tal como en realidad era, más bien trataba de que los demás le vieran de acuerdo a su propio gusto. Profundo conocedor de la doblez que manejaba, creía que con ayuda del escenario lograría imponer a todos su gusto por sí mismo en vez de ofrecernos sencillamente su imagen.

miércoles, 27 de enero de 2010

Padres míticos


La figura del padre inspira cierto respeto. Presente en las geometrías familiares de corte patriarcal, está abierta desde antiguo a las fabulaciones míticas. En la más extendida de ellas a todos se nos reclama de un mismo dios padre, para atraernos sin distingos a su querencia. A través de ese centro divino, ante el que seríamos iguales, nos llegaría a todos la esperanza de vivir un afán común. Siguiendo la fábula, debería probablemente esperarse una actitud reverencial de quienes rodean ese decisivo punto de fuerza. Sin embargo, todos los que forman ese círculo especulan con su invisible y dominante centro. Y esa problemática relación tampoco mejora cuando el mito enfrenta directamente a padre e hijo.

Unida la figura del hijo a la del padre forman una pareja de difícil encaje. En lo moral nadie es capaz de estimar la importancia del legado paterno. Se diga lo que se diga, no suele darse necesariamente la prolongación de sus saberes ni la de sus quereres, y a veces ni la de sus haberes; lo que su pérdida nos impone es un hondo desgarro. Un desgarro que el hijo afronta con circunstancial tristeza, pero con íntimo alivio. Mientras ambos viven, se suelen ver sujetos a un espacio común en el que son llamados por la naturaleza a competir, pero en una competencia permanentemente asimétrica. No por una cuestión de ventajas y bazas, que parecen bien repartidas, sino por el imposible reconocimiento mutuo. Un imposible más, donde cada uno convierte al otro en su interesado espejo. No obstante, hay margen para la piedad que es virtud, incluso para la lealtad que es mera actitud. Piedad y lealtad nacen curiosamente de esa competencia, de su trasfondo físico. Normalmente muestra éste tal desequilibrio que la piedad o la lealtad aparecen como contrapeso moral hasta en las paternidades más tormentosas.


Eneas escapa de Troya (F. Barocci, 1598, Galleria Borghese, Roma)

Muchos de los que rechazamos la figura y los ilimitados atributos del abusivo padre divino, no podemos evitar un punto de emoción y simpatía ante la mítica pareja formada por Eneas y Anquises. Es la muerte la que acecha a Anquises, cuando a espaldas de Eneas huye de su arruinada Troya. No es la patria, que atrás quedó, la carga que nos consume. Es la memoria del vencido, que en plena fuga delira en nuestros oídos, es esa memoria la que nos obliga. Por eso somos de Anquises, no por lo que nos ha dado, pues la vida es al final una rima fortuita. Somos de Anquises, porque Troya sucumbió y sólo nosotros podemos restaurarla. Siempre caminaremos presos de ese futuro, confiando que un día la tierra benévola nos acoja y sobre nuestros huesos se haga posible, sin mayor arrogancia ni gloria, una nueva Troya.


lunes, 25 de enero de 2010

El señor de los anillos


No nos referimos a los siete anillos de Tolkien, sino al viejo emblema que reúne tres anillos entrelazados. Allí la expresión de la fuerza residía en el alcance mágico del siete, mientras que aquí se sustenta en la alianza gráfica de los tres anillos, combinados en un caprichoso y sólido entrelazado.

Entrelazar círculos es asunto delicado que merece detenido estudio y que desemboca en la llamada teoría de nudos. Por la naturaleza topológica de esta teoría podemos hablar tanto de círculos como de cualquier otra línea cerrada obtenida al deformarlos, ya que con ellas se obtendría el mismo tipo de enlace o nudo. Hay entrelazados muy simples, como el que forman los aros olímpicos, que es fácilmente reducible a una cadena coloreada de cinco eslabones. Y hay otros cuyo interés topológico es mayor. En este grupo estaría el caso de los tres círculos ligados mediante el llamado enlace o nudo borromeo. Lo que caracteriza a este enlace triple es el hecho de que, tomados dos anillos cualesquiera, están exentos y sin enlace. El enlace sólo se logra mediante el tercero

Este nudo aparece en la iconografía clásica en distintas variantes, generalmente en blasones renacentistas. Es frecuente en ciertas ciudades del Norte de Italia y está presente de forma más solapada en el escudo de la ciudad sueca de Hallsberg. Con él se quiere ensalzar el valor de la triple alianza. Parece, no obstante, que este significado simbólico estuvo precedido por otros de carácter religioso. En una ilustración del siglo XIII, tomada de un manuscrito encontrado en Chartres, la figura refleja la unidad trinitaria y se asocia explícitamente a la Trinidad divina.



El enlace recibe su actual nombre de los Borromeo, familia a la que premió Francesco Sforza con este emblema por su apoyo al hacerse en 1450 definitivamente con el ducado de Milán. Los anillos habían surgido en la cercana Cremona, ciudad perteneciente al ducado, como símbolo de la alianza acordada en 1406, en plena disputa entre güelfos y guibelinos, por un mercenario (Cabrino Fondulo), un emperador (Segismundo) y un antipapa (Juan XXIII) para desalojar a la familia cremonesa Cavalcabò y hacerse con la plaza. Finalmente sería Vitaliano Borromeo, un favorito de Sforza, el primer señor de estos anillos.


Las posibilidades iconográficas del enlace son grandes. Una primera extensión de carácter también simbólico la ofrece la cruz borromea en la que cinco anillos quedan enlazados en torno a uno central mediante enlaces borromeos. El esquema de la cruz es susceptible de réplica, dando bien sea una malla plana (como en la figura) u otras disposiciones espaciales basadas en el triple enlace. En otro orden, ajeno a iconos y nudos, el enlace ha sido incluido en moléculas que reproducen el modelo de los anillos borromeos.


W. Didron, Christian Iconography (1843)
 J. M. Montesinos, Los anillos de Borromeo (2001).

domingo, 24 de enero de 2010

Ecos del olvido


Un día quizá puedan ser rescatadas del éter ondas que nos pertenecieron. Nuestra propia voz, largo tiempo ahogada en un mar del silencio, volverá. Y volveremos a oír cómo saludábamos al anónimo compañero, cómo llamábamos a comer, cómo entonábamos trinos en el coro... Pero seguro que si revisáramos una a una todas aquellas emisiones, veríamos que nada de lo que dijimos estaba destinado a perdurar. A veinte metros de donde se dijeron nadie sabía de nuestras palabras, a los veinte minutos nadie las recordaba. En realidad, el alcance de nuestro discurso va poco más allá de nuestro aliento. Conviene recordarlo para no caer en la ilusión de que nuestras palabras son perennes. De lo contrario empieza uno a escuchar el eco de su propio discurso, sintiéndose ante un auditorio cautivado con el que entra en fingidas réplicas y contrarréplicas. No, no nacieron nuestros mensajes públicos —y menos los privados— con esa idea de perennidad, porque nadie habla para que le oiga el tiempo.

Nuestras palabras, por más que lo rechacemos, tienen un propósito que casi siempre es inmediato y en el que se reconoce con facilidad un motivo cercano, casi doméstico. Los que las emiten al espacio buscando la precisión con mucho esfuerzo, suelen insistir en el sentido que las distingue y las hace propias. Según ellos, lo que diferencia a las palabras predestinadas a durar de los simples gestos sonoros, con destino más inmediato, es la sensación de verlas de pronto elevarse y desaparecer en el aire, como si las llevara un leve relampagueo. Quienes cultivan estos magistrales sonidos lo reciben como signo evidente de que Júpiter se ha hecho con su voz y de que su discurso navega firme por el firmamento. Movidos por la ilusión, imaginan que sus discursos radiantes sobrevuelan territorios hostiles haciendo a todos visible una estela de razones lógicas y sólidas. Generalizar tiene esto, que en un instante trasciendes desde los primeros pulsos vitales hasta lo eléctrico, y desde ahí crees ingenuamente dominar con tus palabras el tiempo.



jueves, 21 de enero de 2010

Una cuarteta


De su obra poética tan sólo se recuperó la pequeña nota que había mantenido en su puño. estaba escrita con urgente y minúscula caligrafía en el reverso de un trozo de mapa y en ella podía leerse lo siguiente:
 
 De la muerte que nos damos
 son las palabras ardientes
 castigos precipitados
  y testigos permanentes.

Estaba fechada en Tombuctú a 12 de marzo de 1927 y firmada con su nombre de pila envuelto en una temblorosa rúbrica. Encabezaba la cuarteta una única palabra, probablemente otro nombre, pero ilegible. De sus efectos personales sólo se encontró la brújula de reglamento, una cantimplora vacía y una insignia de la infantería colonial.

miércoles, 20 de enero de 2010

Veneranda


Después del Angelus, Veneranda aparecía puntualmente en la cámara para servirle un copa de tónico. Junto a un escritorio rebosante de papeles y legajos, puesto en pie y sin poder disimular cierta ansiedad, don Matías le esperaba. Aquel día, mientras descorchaba pacientemente la botella de Marsala, Veneranda, con la mirada en el suelo, le susurró: «No debería, señor. Ya sabe que el doctor Pelosi desaprueba por completo esta medicina. En su opinión ni éste ni ningún otro vino le devolverá favores ni poderes. El tiempo, señor, no pasa para nadie en balde». Tras escuchar impávido la diaria amonestación, don Matías arrebató sin miramiento a Veneranda la botella, se llenó la copa y la apuró con un largo trago. A continuación, mirándole a los ojos desafiante le espetó: «No hay opinión que valga. A mí no me interesa ganar tiempo, a mí me interesa confundirlo».

lunes, 18 de enero de 2010

El hombre caduca, el buen juguete no


En Los Ángeles a 17 de enero de 2010, y por boca de James Cameron director de cine, oímos textualmente a propósito de su película Avatar: "Los árboles, las plantas, las criaturas, el aparato motor y el esqueleto de los personajes principales... todo llevó mucho tiempo de creación como para tirarlo todo a la basura".

En su revisión testimonial del entonces incipiente mundo de la inteligencia artificial, recogida en Computer Power and Human Reason (1976), Joseph Weizenbaum, uno de los padres de la criatura, venía a alertar sobre lo que denominaba el síndrome del demiurgo fallido, que veía presente en la mayoría de sus colegas. Según su teoría, en la que se reconoce el ascendente freudiano, el hombre varón lleva mal su notoria limitación y su periférica intervención en la gestación de las nuevas vidas. Según  Weizenbaum, sería este vacío de fondo el que buscaría colmar al impulsar por otras vías nuevas formas de vida. Hemos visto habitualmente al varón en el origen de muñecos, autómatas y robots, así como en la emulación de todo tipo de fantasías e inteligencias virtuales. La mujer, mientras tanto, parecía contemplar esa incontrolable pulsión masculina con una mezcla de indulgencia y asombro. Estas obras, que en un principio se aceptaban como un juguetes a la medida del ego varonil, han ido quedando como una muestra rídicula muestra de presuntuosa autoría vital. La mayoría de los frutos concebidos por esas vías han acabado produciendo cierta repugnancia cuando se ha calibrado su estatura moral y terror cuando se ha hecho patente la de sus creadores.