lunes, 25 de enero de 2010

El señor de los anillos


No nos referimos a los siete anillos de Tolkien, sino al viejo emblema que reúne tres anillos entrelazados. Allí la expresión de la fuerza residía en el alcance mágico del siete, mientras que aquí se sustenta en la alianza gráfica de los tres anillos, combinados en un caprichoso y sólido entrelazado.

Entrelazar círculos es asunto delicado que merece detenido estudio y que desemboca en la llamada teoría de nudos. Por la naturaleza topológica de esta teoría podemos hablar tanto de círculos como de cualquier otra línea cerrada obtenida al deformarlos, ya que con ellas se obtendría el mismo tipo de enlace o nudo. Hay entrelazados muy simples, como el que forman los aros olímpicos, que es fácilmente reducible a una cadena coloreada de cinco eslabones. Y hay otros cuyo interés topológico es mayor. En este grupo estaría el caso de los tres círculos ligados mediante el llamado enlace o nudo borromeo. Lo que caracteriza a este enlace triple es el hecho de que, tomados dos anillos cualesquiera, están exentos y sin enlace. El enlace sólo se logra mediante el tercero

Este nudo aparece en la iconografía clásica en distintas variantes, generalmente en blasones renacentistas. Es frecuente en ciertas ciudades del Norte de Italia y está presente de forma más solapada en el escudo de la ciudad sueca de Hallsberg. Con él se quiere ensalzar el valor de la triple alianza. Parece, no obstante, que este significado simbólico estuvo precedido por otros de carácter religioso. En una ilustración del siglo XIII, tomada de un manuscrito encontrado en Chartres, la figura refleja la unidad trinitaria y se asocia explícitamente a la Trinidad divina.



El enlace recibe su actual nombre de los Borromeo, familia a la que premió Francesco Sforza con este emblema por su apoyo al hacerse en 1450 definitivamente con el ducado de Milán. Los anillos habían surgido en la cercana Cremona, ciudad perteneciente al ducado, como símbolo de la alianza acordada en 1406, en plena disputa entre güelfos y guibelinos, por un mercenario (Cabrino Fondulo), un emperador (Segismundo) y un antipapa (Juan XXIII) para desalojar a la familia cremonesa Cavalcabò y hacerse con la plaza. Finalmente sería Vitaliano Borromeo, un favorito de Sforza, el primer señor de estos anillos.


Las posibilidades iconográficas del enlace son grandes. Una primera extensión de carácter también simbólico la ofrece la cruz borromea en la que cinco anillos quedan enlazados en torno a uno central mediante enlaces borromeos. El esquema de la cruz es susceptible de réplica, dando bien sea una malla plana (como en la figura) u otras disposiciones espaciales basadas en el triple enlace. En otro orden, ajeno a iconos y nudos, el enlace ha sido incluido en moléculas que reproducen el modelo de los anillos borromeos.


W. Didron, Christian Iconography (1843)
 J. M. Montesinos, Los anillos de Borromeo (2001).

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