lunes, 1 de agosto de 2011

Y punto



domingo, 31 de julio de 2011

Eclipse total


Tengo la impresión de que esta será mi última entrada en mucho tiempo. No sería capaz de dar razones de peso ni de hacer un discurso de despedida para justificar este apagón. A estas alturas cualquier lector podrá encontrar en el contenido del Almanaque razones propias que harán comprensible y sumamente acertado mi abandono. Quizá algún otro día, con la mente un poco más despejada y algún afán nuevo, reanude este intento.

sábado, 30 de julio de 2011

Matriz de imágenes


Escribir a partir de una palabra es dar prueba fehaciente de su fecundidad y rendir tributo a su capacidad para atraer y generar discursos. Visto así, toda definición vendría a ser un homenaje que honra y reconoce en cada palabra su atractivo y potencia. Sumadas todas, el diccionario nos dotaría de una fragmentaria luz con la que adentrarnos en realidades azarosas. Y con ese pertrecho, el discurso rebuscaría entre palabras y sus facetas hasta fijar secuencias de tímidos reflejos allá donde se adivina nuestra imagen.

Donde mudan los usos


Máscara melanesia (s. XIX)
Hood Museum of Art, Darmouth College.
Mi sensación es de profundo desconcierto. Repentinamente algo conocido y familiar pierde parte de su significado y parece sumergirse en un extraño y nuevo contexto. Iré al grano, si puedo. En la entrada ethnography, el Merriam-Webster dice «estudio y registro sistemático de culturas humanas». Ahí el peso de la definición carga indudablemente sobre la difusa idea de cultura. Me pregunto, y no acierto a saber, si encaja con ella un «estudio etnográfico acerca de cómo usa la gente sus calendarios para administrar su información personal». Si así fuera, incluso estas entradas que escribo serían materia de investigación etnográfica. Sería como verse convertido en un espécimen bajo el foco de una invisible y enorme lupa. Una lupa administrada por Google, que podría ser cedida para beneficio de la ciencia a sesudos y curiosos investigadores. Como los del Virginia Tech, firmantes de un reciente trabajo, titulado An Exploratory Study of Personal Calendar Use.

Hasta ahora la etnografía tenía para mí sus fronteras en Papúa, en Madagascar o en Mongolia, y en nuestras proximidades se dedicaba a recoger vestigios de costumbres y ritos ancestrales. El artículo en cuestión me pareció al principio ridículo, por el tema y por el escaso tamaño de muestra estudiada, y más tarde peligroso, como una puerta abierta a futuras exploraciones personales abusivas. Es verdad que no cuento con evidencia alguna de esos abusos y que la deformación del objeto y los métodos etnográficos da a todo este asunto un aire más que exótico. Pero tampoco puedo negarle atractivo a este nuevo análisis de nuestras anotaciones para deducir la compleja relación que mantenemos con el tiempo, ni a un metódico intento de explorar el uso de los calendarios como si fueran mapas de nuestro comportamiento. Quizá no haya muestra más fiel e informativa de los hábitos vigentes en nuestras actuales tribus que el calendario personal, al menos si nos imaginamos contemplados desde el futuro.


viernes, 29 de julio de 2011

De la vida en la granja


Isla de Utoya (Noruega)
El 2 de junio, Anders Breivik sorprende a un turista que merodea por los alrededores de su granja con la aparente intención de hacer alguna fotografía. En su cuaderno anota: «Sus gestos y su lenguaje corporal indicaban que mentía. Mi instinto me indicaba que era un oficial de policía»

El 30 de junio, tras interrumpir sus tareas en la granja, busca el chocolate guardado en una bolsa y encuentra un escarabajo. Al reaunudar el trabajo e ir a ponerse los guantes encuentra otro. En su cuaderno anota: «Claro que me he dado un susto. Después he comenzado a matar a todos los pequeños insectos que veía»

El policía disfrazado, los pequeños insectos... Una semana después, ¿quién no lo recuerda?


Política de los apóstoles trinitarios


Talismán de los tres cuernos
elocuencia, poesía e historia
Los sermones —y discursos— le son dictados por un sabio ángel, en los acuerdos —y contratos— estampa su firma de varón sin mácula, y de las buenas —y más rentables— obras pasa a encargarse personalmente su demonio.

jueves, 28 de julio de 2011

Canto límpido


Maria Stader
El canto debería surcar simplemente el silencio, sin ninguna otra compañía, sin otro aliento, entregando en el suspiro esa onda intensa y fluida que nos sacude por dentro. Si para algunos hasta respirar es difícil, a nadie extrañará que muchos se ahoguen en su propia voz. Son los mismos que reclaman palabras para animar el intento y convocan además a la audiencia para que sostenga atenta su esfuerzo. Con palabras o sin ellas, sigo creyendo que no hay mucho más en origen que ese diálogo entre voces y silencios.

A veces el canto nos suena como si surgiera límpida aquella primera voz que rompió el silencio. Ese es el sonido que evoca este Laudamus te, a pesar de escuchar la voz de Maria Stader acompañada por suntuosas cuerdas y aupada por armónicos bajos. Se diría que nunca tuvo que aprender en qué escala se recibe la inspiración ni qué tono puede alcanzar en su deleite. Nadie podría confundir su voz entre tanto instrumento, cuando como un navío primoroso, cargado de florituras, vibratos, coloraturas y algún que otro desaliento, se abre paso en nuestro oceánico silencio.



Laudamus te de la Gran Misa en do menor, W.A. Mozart,
Soprano: Maria Stader;
Radio Symphonie Orchester Berlin. Dir.: Ferenc Fricsay.


miércoles, 27 de julio de 2011

Mundo cruel


El mundo es cruel, hasta que lo doblegamos con nuestro espíritu normativo. A partir de entonces ya sólo es injusto.

Propuestas, preguntas, respuestas


Quienquiera que pregunte sabe que está haciendo una propuesta, por lo que debería de saber también algo sobre el mejor modo de hacerla y tener en cuenta que

-proponer una pregunta exige antes hacérsela uno mismo,
-proponer una respuesta equivale a invalidar la pregunta,
-proponer una consideración previa no es hacer una pregunta,
-proponer una consideración tras otra viene a ser una proclama.


martes, 26 de julio de 2011

Mínima 47


La cortesía y un libro de poemas sólo sirven en caso de emergencia, son el cinismo y un cuchillo jamonero lo que hay que llevar en la mochila de supervivencia.

El corazón se nos va


Nadie se acuerda ya de aquel entrañable corazón que nos enamoraba y que animaba nuestro pecho con suspiros, risas y llantos. Todo aquello es hoy una decadente metáfora que camina imparable hacia su definitiva desgracia. Pudo esa jerga sistémica, que tanto domina y agrada, haberla rehabilitado y conservado para el coloquio concediéndole, a falta de funciones, algún tipo de beneficio histórico. Le hubiera bastado al corazón un título, algo virtual como centro cordial de levedad —un contrapeso al de gravedad que arrastramos—, o quizá mejor, algo más administrativo como sede personal de operaciones emocionales. Pues no, nada de eso ha sucedido, el lenguaje empieza a ser un gobernante demasiado estricto. Con las crecientes exigencias la metáfora ha llegado a nuestros días agotada, convertida en un símbolo residual, gazmoño y ridículo. Y mientras ese corazón, con todo su halo literario, poco a poco se desvanece, vemos renacer uno nuevo en metáforas mucho más rudas y laboriosas. En la discreta categoría de símil funcional, el corazón ha vuelto a las pantallas, pero como una simple bomba de riego corporal. Una severa lección de humildad para aquel corazón en su día omnipotente, que algunos insensibles agravan incluso, al dejarlo en mero recipiente con el que trasegar de un lado a otro del cuerpo los anodinos nutrientes. Avejentado y sometido a fatiga, a nadie debería extrañarle: el corazón se nos va. Hasta la sangre, su imagen consorte de siempre, ha salvado sin problemas el final de la lírica y ofrece su nuevo servicio como metáfora violenta. Puede que eso les haya hecho distanciarse, algo muy natural. Si la sangre finalmente lo repudia, aquel entusiasta corazón, aquel que nos enamoró, tiene contados sus días.

lunes, 25 de julio de 2011

El carrusel



En literatura de circunstancias, como la que aquí practico, los aires del carrusel molestan y confunden, ya vaya el autor o el lector embarcado en el viaje. Con el retorno una y otra vez al mismo punto nos sentimos invadidos por un aburrimiento circular que apunta inequívoco a una lamentable pérdida de tiempo. Cambios de registro en el tono no se inventan todos los días, porque el tono, que al final marca la pauta y la partitura, es fruto del paso de los días. Son los hechos, y no los de los periódicos, los que nos arrancan nuevos registros, con resultado no siempre inteligible. Unas veces suenan como suspiros, otras como quejidos y en algunas ocasiones como desesperados gritos. Darle cuerda a todo eso es más difícil que hacer girar el carrusel y pasear cómodamente montado como un enigmático maestro, como un explorador pasmado, como un mitómano exquisito, como un revenido melómano, como una voz insustancial, como un pedante abatido, como un solemne eco… Y ahí ya me bajo, porque en esta feria no hay más caballitos.

domingo, 24 de julio de 2011

Aquí y ayer


Ensalada de verano
Pamplona/Iruña. Temperaturas registradas ayer: Mínima 13º-Máxima 18º.

Para encontrar entre esos números algo de calor hay que hurgar en la memoria de aquellos veranos en que la luz nos devoraba. Aquellos tiempos en que el sudor lentamente discurría y nos recorría de arriba a abajo sin que ventiladores ni brisas pudieran remediarlo; tiempos en que aterrado tanteabas de noche tus carnes tumefactas, las mismas que a los dos días lucías de un marrón acartonado; tiempos de boca seca, de lengua espesa, de discurso torpe y vocinglero, con voces entrecortadas, ronquidos tremendos, sobrados de espasmos, hipos, carcajadas y risas; tiempos para los conciertos gregarios, para los orfeones espontáneos, para las cuadrillas socarronas, para las insufribles rondallas, para las grandes paradas y desfiles familiares. Y después, para refrescarse, aquellas zambullidas agónicas en playas, en pantanos, en piscinas, en duchas, bañeras, pilas y pilones; y para espabilarse, las acampadas en la fragante jungla con aquellos tufos salvajes a pies, a sobacos, a manos, a entregarras; y para levantar el ánimo de la tropa entera, aquellos cabreos arrebatadores y contagiosos con amigos cercanos y lejanos, con parientes y allegados, con espontáneos paseantes y mirones. En la memoria quedan aquellos fogosas y benditas tardes de tiento y bochorno, de moscas y fiesta, de coitos y sacudidas, de frutas y músicas. Y campando por encima de todo, un cielo generoso: de día ardiente, con un sol siempre vivo, y de noche lúcido, al arrimo de la buena estrella.


sábado, 23 de julio de 2011

Su eco en la red



No estoy seguro de que la oposición entre apocalípticos e integrados arroje luz en la actual fase de la cultura de masas, una fase caracterizada por la implicación de las redes informáticas. Umberto Eco actuó en su día con un doble foco. Las artes que centraron su atención fueron el cine y el comic, por ser aquellas en las que mejor se apreciaba la ruptura con el pasado. El principio que marcó el signo de los nuevos tiempos fue la difusión general e industrial de la cultura, particularmente en esas dos ramas artísticas. Creo que la diferencia entre la difusión en red y la industrial no es una cuestión de grado, sino de otro orden. Creo que hay una marcada diferencia entre Superman y el Neo de la saga Matrix.

La perplejidad ante la nueva situación ha llevado a algunos a adoptar la mirada del Jano bifronte, ora como integrados ora como apocalípticos. La mirada del integrado sigue el curso fácil de lo tecnológico y apunta fascinada a la progresiva creación de una conciencia global a través de las redes. Desde esta perspectiva el integrado, leía en el blog de Berto Romero, «intuye mareas de pensamiento, flujos de opinión y fantasea con la construcción de una mente-colmena que potencie el cerebro humano hasta límites insospechados» y que incluso guíe la Gaia postulada por James Lovelock a un horizonte de autosuficiencia y omnisciencia dichosas. Por contra, bajo su mirada como apocalíptico todo aparece difuso tras una máscara un tanto levítica, que pide a gritos arrepentimiento y retorno a una fe artística en vías de desaparición. Aquella oposición que sirvió de base al análisis de Eco queda, pese al intento de equidistancia de Romero, convertida en un instrumento demasiado asimétrico y caricaturesco, necesitado de profunda revisión.


viernes, 22 de julio de 2011

Cuatro palabras


A modo de desenfadado homenaje, pero asomándole la emoción, su hermano Carlos nos contaba la despedida. Fue al acercarse a su lado cuando ella entreabrió los ojos un instante, buscó algo de claridad con la mirada turbia y sentenció con mortal fastidio «¡Qué asco de día!». Luego volvió a cerrar los ojos para no volver a abrirlos nunca.

¿Has encontrado tu contrarréplica?



Algunas teorías son extravagantes hasta que se confirman y otras lo son incluso después. Son mayoría, sin embargo, aquellas en que lo extravagante es intentar confirmarlas. Mal podría haber imaginado el Dr. Aaron Folger en su provinciana Aachen natal que un siglo más tarde la teoría que él postulaba como gran avance social y científico encontraría el entusiasta apoyo del movimiento serafista de los Hermanos Gemelos. En la sección de información local de un sucinto ejemplar del Pretorian Standard, publicado en Paradise (Nevada) y fechado el jueves 22 de julio de 2010, se recogía la siguiente noticia:

«Los Hermanos Gemelos anuncian una activa campaña de proselitismo, que juzgan definitiva para su destino en este mundo y decisiva para su bienestar en el otro. Desde su sede central, establecida en Bendy Farm hace ya unos veinte años, su portavoz Bill Carrey ha hecho un angustioso llamamiento público en el que ha diagnosticado con sobria precisión los males venideros en un inmediato futuro y ha animado a la población mundial a un examen urgente de sus responsabilidades personales. Seguidamente ha reclamado a todos «un gesto de audacia» para que cada cual busque el contrapeso que permita restaurar, primero local y después globalmente, el equilibrio natural. Sabido es que, según la teoría del Dr. Folger de la que los HHGG son fervientes seguidores, existe para cada individuo, en algún lugar del mundo y durante toda su vida, lo que él calificó como gemelo simpático, una suerte de réplica personal suplementaria que formaría a su lado un sistema de vasos comunicantes y llevaría a ambos a un estado de armonía y paz, fruto de algo parecido a un equilibrio hidrostático de humores. En opinión de Carrey, la teoría de Folger siempre ha tenido convencidos partidarios en América, pero ha gozado de una difusión fundamentalmente académica, y por lo tanto demasiado restringida. La intención de los HHGG con su campaña es promover la masiva presencia e infiltración en las redes sociales de perfiles personales, todo con el honroso fin de ayudar a cada individuo a encontrar su pareja, con independencia de raza, género o religión, y de lograr con ello una evolución personal armoniosa, neutra y correctamente estabilizada junto a su simpático. «De este modo», nos previene, «lograríamos atacar en su misma raíz todos los desequilibrios mundiales y por una vez avanzaríamos seriamente hacia el verdadero nuevo mundo, hacia la América en equilibrio"».


jueves, 21 de julio de 2011

El secreto del poder


Diálogo (1993), José Bedia
Melanio— Y sobre el secreto, ¿dirías tu que quien lo conoce también lo posee?
Progenio— Sobre todo diría que lo hace durar para que intrigue y rinda. Como guardián tiene el deber de cuidar de la palabra oculta, rodearla de misterio y hacer de ella un fulminante. Es entonces cuando siente en sus manos el peso del poder. Oye el clamor de la multitud y complacido ve el cortejo público que se acoge al misterio como si fuera un acto de sumisión a su palabra muda.
Melanio— Dices que es suya la palabra, ¿debemos suponer, pues, que es suyo el secreto?
Progenio— Suyo sería lo más sutil, ese poder tan volátil, las restantes fuerzas no. Con un rayo en la mano y solo frente al pueblo congregado es fácil sucumbir a visiones y creer que también la palabra es suya. Pero se equivoca, el sólo es custodio y representa un punto fijo. Bajo esa señal visible y dominante, un polo secreto sirve de resumidero a la dispersa energía. En su ingenuidad cree que todos le miran, cuando vive al acecho de la ansiedad, la angustia y otros impulsos polares de quienes sin estar en el secreto se saben sus genuinos creadores y dueños.


miércoles, 20 de julio de 2011

Me callo lo que afirmo



Entre afirmar y negar, entre decir y no decir, no hay día que pase en que no veamos aparecer posturas intermedias. Esta polivalencia viene de la mano de una retórica fácil para los falsos pronunciamientos. A modo de ejemplo, podríamos empezar por una  figura tan explícita como el «ni afirmo ni niego», seguida de la también muy común «yo no lo he dicho, tú lo interpretas». Otros, para no parecer a la defensiva, proponen un tono expiatorio, pero con negaciones etéreas, como «no es eso lo que quise decir»,  aunque sin dar pie a nuevo pronunciamiento. Abundan también fórmulas enrevesadas como «si lo dijera más claro, ya no sería cierto» o «cuando lo dije, puede que aún fuera verdad», con las que se exploran nuevos modos, cada vez más opacos, de pronunciarse. Y eso por no hablar de la remisión a «otras fuentes», que suele implicar necesariamente nuevas e imposibles encuestas.

Es verdad que esa ampliación de la bivalencia es iniciativa del actor, del que se pronuncia, ya sea en verdadero o falso. Pero, junto al que declara surgen las interpretaciones, que dependen en buena medida de las reglas de lectura del observador. De estas hay también muchas, casi tantas como observadores, si bien algunas son ampliamente aceptadas. En culturas poco dadas a los silencios y a su lenguaje escuchamos, por ejemplo, aquello de «el que calla otorga». Lo curioso es que este modo de extraer verdades, casi ortopédico, haya pasado a tener curso legal en la versión de «si no lo condenas, tú mismo te condenas». Algo parecido sucede al pasar la garlopa sobre supuestos, ironías y entrecomillados. Podría ser el caso de alguien que, sin remarcar el gesto, suelta «si yo fuera tú, igual me lo creería», y de quien, lejos de recibirlo como insulto, lo entiende como la anhelada confirmación.

Todo parecería un juego entre quienes declaran y quienes interpretan, entre los que quieren «evitar decir» y los que quieren «intentar adivinar», si no fuera porque quienes tienen la obligación de decir se dedican a interpretar su obligación y quienes tienen la tarea de interpretar se dedican a desdecirse en su tarea.


martes, 19 de julio de 2011

El valor de la belleza



Los cuatro caballos de la basílica de San Marcos en Venecia bien podrían servir como emblema de la codicia y la belleza. Napoleon se los llevó a Paris en 1798, donde fueron acomodados hasta su derrota de Waterloo en lo más alto del arco del Carrousel. Su periplo empieza, sin embargo, mucho antes de su estancia en Venecia. Allí llegaron en la Edad Media como botín de guerra, pero anteriormente coronaban un ala del famoso Hipódromo de Constantinopla. Probablemente tiraban de una cuadriga y aparecieron en la antigua Bizancio quince siglos antes, procedentes de la isla de Quíos como regalo de su tirano.

Fuera o no en nombre de la fe, en nombre de la cristiandad latina encabezada por el Papa, los cruzados saquearon Constantinopla en 1204 y la despojaron de sus riquezas. La lista de estatuas que allí desaparecieron debió ser larga, tan larga como la rapacidad de los saqueadores. Su destino nos ha sido referido por Niketas Choniates en su Historia:
Aquellos bárbaros, que odiaban lo bello, no permitieron que las estatuas presentes en el Hipódromo y otras obras de arte maravillosas escaparan a la destrucción, sino que hicieron con todas ellas monedas. Y así fue como grandes cosas se cambiaron por pequeñas, y aquellas obras creadas con enorme esfuerzo se convirtieron en monedas de cobre sin valor.

Podemos suponer que los caballos competían en belleza y valor con las estatuas que Niketas cita en su obra e incluso con otras de las que apenas tenemos noticia. A muchos les gusta creer que estos caballos de San Marcos representan, en medio de las vicisitudes, la pervivencia de la belleza intemporal. Lo cierto es que la historia de su disputada posesión no refrenda ninguna belleza moral, pero si aun así fuera, la creencia en esa pervivencia sería equivalente a afirmar que la desaparición de las restantes estatuas, la inmensa mayoría, constituye un sonoro triunfo del dinero. En realidad, ateniéndonos a esa mayoría, más claro resulta este segundo triunfo, que muestra probablemente el valor y el destino natural de la belleza.


domingo, 17 de julio de 2011

Artistas anónimos


Imagen del American Museum of Natural History
A través del tratamiento microscópico la petrografía obtuvo un enorme margen de evolución, que ha contribuido a mejorar la clasificación de las rocas y a conocer su estructura y composición minerológica. El método no es nuevo y se lleva practicando desde hace décadas mediante la aplicación de técnicas cada vez más precisas y discriminantes. Lo relativamente nuevo es reunir resultados petrográficos y presentarlos en un formato más propio de las artes gráficas para dirigirlo a un público general. En la imagen aparecen cuatro cortes de un meteorito, de cada uno de los cuales se ha realizado una serie de cuatro tomas con distintas polarizaciones. Todas ellas se han reunido en un cuadro de dieciséis imágenes y variaciones que dan una radiografía parcial de la roca.

Frente al cuadro, lo que pueda ser científicamente significativo quizá quede fuera de nuestro alcance. Pero eso no nos hace incapaces de observar en él detalles como la granulación, la textura o el colorido, y apreciar su variación y armonía. Decidir si estos factores, que surgen de la simple visión del cuadro, son criterios estéticos, además de distintivos científicos, es algo que requeriría una discusión más extensa. Pero de aceptarse, cuadros como éste seguramente deberían registrarse entre las artes gráficas. Y sería así, pese a la falta de intención o de conciencia estética del «artista».


sábado, 16 de julio de 2011

Icarontes


De guiarnos por los periódicos y sus noticias financieras, podríamos acabar creyendo que todo lo que llega a nuestras manos nos es dispensado a cuenta y con retorno a plazo fijo, y que es así hasta para el aire que respiramos. Si de acuerdo con esta impresión la vida es una simple fórmula de crédito, extendida a todo lo que cubre nuestro radio de acción, habrá que concluir que es un negocio ruinoso. Y habrá que empezar a distinguir entre el ánimo imprescindible para disfrutarla y esa invitación a fogueos para mantenerla en caliente —o recalentada, quién sabe—, estímulos que nos hacen ver la realidad como una cruda y permanente disputa con el resto de los vivos por el poder de la ventaja.

No hace falta acatar mandamiento moral para entender que el gasto emocional por hacerse con una de esas posiciones, por auparse con alas hasta hacerse visible a sí mismo por encima de los demás, es un plan a la larga insostenible. Algo recuerda a Dédalo, el arquitecto de vidas laberínticas, sin olvidarnos de su hijo el desfallecido Ícaro. Si con el primero celebramos el vuelo al paraíso, con el segundo reconocemos su dramático coste. Tras la llegada a su destino y la pérdida de Ícaro, seguimos a Dédalo en su destino, caminando bajo el peso de su ingenioso aparejo. Esas alas enormes le acompañarán para siempre, pero no como despliegue de supremacía. Esas alas las arrastrará como grotesco recuerdo del pasado y como muestra de su impotencia para afrontar en su paraíso una nueva vida.


viernes, 15 de julio de 2011

A la luz de la luna


 Nocturno entre matorrales © autor
En cuanto te acercas a orillas del Mediterráneo, tienes la sensación de enfrentarte a un sol distinto del que conoces, mucho más inclemente y dominador. A sus pies sometido, se extiende el azul profundo del mar, en el que todos buscan eludir los rigores de ese dominio sofocante y severo. Más bien en vano, y no porque falte agua sino porque sobra fuego. A medida que se apagan las luces, afloja en su ardor el día. A medida que se hace de noche, también aquí se abren espacios inciertos. Por ellos vagan algunos danzando como sonámbulos, mientras la mayoría aguarda en su rincón el alivio de la brisa y el sereno. De las noches opacas nadie guarda recuerdo, pero hay otras en que la luna se alza enorme, como un espejismo gélido, que nos anima a explorar y recorrer el paisaje, y a confundirnos con los fríos espectros.

miércoles, 13 de julio de 2011

En la isla


Higuera en el borde de un acantilado © autor
No quisiera meterme en líos a propósito de lo que pueda ser un país, pero conocerlo requiere recorrer en alguna medida el paisaje en el que se asienta y, si es posible, tomar contacto con el paisanaje que lo representa. En fin, país, paisaje, paisanaje, cuestión de pura etimología. Otra cosa es lo de tomar conocimiento o establecer contacto, porque ahí nos condiciona lo que por tal se entiende en cada país. Sin embargo, algo tan evasivo como el cambio de ambiente es fácil de percibir. Si llegas de un país sombrío, en el nuevo reconoces de inmediato los cambios de luz, y si vienes de un país montañoso, es lógico que llamen tu atención sus horizontes rebajados. Y así, si en una isla no consigues encontrar montañas, mejor será que tu interés se dirija a sus playas, calas o acantilados. Platos menores, quizás, pero suculentos a medida que se paladean. Lo único que hace falta es, como para las montañas, cargar la mochila y empezar a hacer camino, pero sin perder de vista el mar y sus orillas. Y olvídate de las posiciones dominantes, ya sabes de los altozanos, cumbres o cimas, porque no los encontrarás y de los largos recorridos, porque normalmente transitarás entre cercanías. A cambio irás descubriendo rincones de todo tipo, unos soleados y otros sombríos, unos oscuros y otros arenosos, de los que tomarás posesión y disfrutarás a resguardo de indiscretos. Son parajes en que la naturaleza es además de agradecida muy pródiga en fauna. Así que tampoco estarás solo, te acompañarán los pájaros y a buen seguro muchos otros animales, quizá más tímidos. Si te guían, déjate llevar hasta los roquedos, playas, cuevas y miradores que sólo ellos conocen, pero si te pierdes, tampoco lo lamentarás y le pondrás emoción añadida al día.

martes, 12 de julio de 2011

Bandeja china



Entrada la noche el desasosiego me suele hablar con diferentes voces, algunas de ellas muy tercas y, lo que es peor, sin ningún mensaje claro. Una carencia de claridad de parecida medida a la de la insistencia del mensaje. No soy de los que, al callar las voces, amanece como protagonista de dramas oraculares, en los que el cielo del profeta se puebla de presagios y su tierra de infamia y sospechas. Puestos a encontrar parentesco a mis despertares, los veo más cerca de lo que antes llamaban un examen de conciencia. No vienen estos, sin embargo, para aliviarme del estallido de tormentas morales, del clamor de voces que me acusan, de cargas y culpas que entre sueños me atropellan. Con ellos lo único que intento explicarme son esos crueles devaneos que encuentran su refugio final, en cuanto el ensueño se quiebra, en dos o tres palabras sueltas.

La mayoría de las veces no es fácil reconocer el objeto que les corresponde, ni siquiera si ese objeto existe. Pero el capricho con que se conjugan en esos trances voces diversas suele hacer feliz al reconfortado vidente. A base de proyectarlas en semánticas ya muy fatigadas cree dar muestras de lucidez literaria y cumplir con la utilidad pública como poeta. Otras veces, como esta mañana, el despertar sólo me trae a la cabeza dos palabras confusas e inconexas. En concreto, bandeja china. La verdad, no sé responder de ellas. Si acaso, respondería de seguir sumido en aquel oleaje nocturno, que batía las murallas de mi memoria, y del que emergían una y otra vez las dos palabras triunfantes.

Recuerdo, eso sí, que preservarlas llegó a ser un esfuerzo extenuante, un esfuerzo que ahora, tras hacerse de día, parece absurdo sin esa clave con la que cobrarían sentido. Con la vuelta a la luz y a la razón meridiana mi confusión aún ha aumentado más. Me prometía una analítica observación de mi conciencia, con repetidos protocolos y exámenes, pero el resultado es pura impotencia. Ya sé que el motivo de la bandeja china es insustancial, pero anima junto con otros a la duda. Y de ella ha arrancado este último y desesperado intento de revisar páginas y páginas de toda clase de bandejas chinas, con la esperanza de identificar en alguna de ellas un mensaje subliminal, algo con lo que rescatar el desvariado discurso de otra noche perdida.


domingo, 10 de julio de 2011

Explorador


El que habla más de lo que piensa es propenso a perder la sintonía y a confundir las verdades inciertas con las mentiras ciertas.

sábado, 9 de julio de 2011

Bajo el suelo filosófico



Nadie se hace cargo de ese concepto clásico de alma, de raíz aristotélica, cuando se presenta como sede natural del pensamiento y de las pasiones. A día de hoy supondría reconocer la existencia de una misteriosa caja negra emocional con asiento físico desconocido, o peor, perdida por todo el cuerpo. Tampoco las versiones racionalistas, la de Leibniz por ejemplo, parecen dar con la clave, cuando pasa el alma a ser apellidada racional, activando en nosotros un espíritu destinado a discernir las verdades necesarias y eternas, y a distinguirnos de otros animales, aparentemente más simples. En el camino y ajeno a ese espíritu queda, pese al esfuerzo analítico de Burton o de Spinoza, buena parte del caudal de pasiones, particularmente las tristes. El horizonte racional distrae de nuestra atención ese mundo sumergido bajo la razón y nos ofrece una ilusoria firmeza lógica, en un escenario perpetuamente abierto a frecuentes tormentas y regulares mareas emotivas.

A su vez la sociedad, a través de la ciencia, concurre en un modelo de razón que abunda en muy altas y diversas ramas y que más allá del suelo se desentiende de sus raíces. El origen de nuestra lógica no parece que sean los axiomas, a los que podemos tomar, si acaso, por efectos mentales estables, aunque siempre expuestos al ajuste o desajuste de las emociones. Lo peor de perder ese horizonte racional es que esa pérdida se produce sin remisión a ningún otro horizonte. No hay un horizonte emocional inicial en el que sentarse a contemplar el desarrollo anímico de los seres vivos. Esa línea de partida es una idea ilusoria. De lo único que podemos hablar en ese universo emocional, del que los humanos creemos emerger como campeones, es de convergencia y de profundidad. Desde donde nosotros observamos —a veces incluso científicamente—, la convergencia emocional sería el modo en que se van concretando las emociones y capacidades que acabamos viendo desarrolladas en algunos seres. Darwin dejó escritas páginas decisivas en La expresión de las emociones, mostrando las líneas evolutivas que permiten seguir en los seres vivos esos procesos de convergencia.

Por lo que se refiere a la profundidad, el camino es, como en el análisis, mucho más tortuoso. Hay que tener en cuenta que el patrón conceptual que hemos socializado y que tomamos como referencia en el pensamiento pierde nitidez al intentar encontrar referencias emocionales que nos puedan poner en relación con el resto de los seres vivos. Lo difícil es entender en qué modo y en qué modelo social viviente estas segundas referencias, las emocionales, sirven de soporte a las primeras, a las conceptuales. Pongamos un sencillo ejemplo final para hacernos una idea de la seriedad de las dificultades. Pensemos, por ejemplo, en la profundidad emocional de un sentimiento no siempre racional y, sin embargo, socialmente elemental y necesario como es la amistad. ¿Cómo reconocer esa amistad y cómo aceptarla, si quien la ofrece no es racional? Y salvado ese umbral, ¿qué sociedad nos invita a compartir?


viernes, 8 de julio de 2011

Nuevos cabezudos


Cabezudo de Thomas A. Edison
Entre la nueva hornada de profesionales se apunta como idea muy prometedora, a fin de lograr la benevolente disculpa de su tontera personal, el presentarse como víctimas inocentes de crueles profesores ineptos, que les dejaron abandonados e inermes en las calles de la vida. A modo de mérito exhiben, con escaso pudor, su rango actual en la manada y la larga lista de las muchas cornadas allí recibidas. Completan la torpe recusación devolviendo la pelota al sistema educativo, al que reclaman en compensación una urgente reparación y algún sonoro título. Son cabezas, no obstante, fáciles de acomodar, más hechas al choque que al rodaje fino. Hay maestros sibilinos que pronto sacan de esos enormes testuces sin duda el mejor partido, manteniéndolos en público como eminencias tremendas y tremendamente cercanas. Y como siempre suenan a hueco, todos las miran sin temor ni complejo, en medio de gran regocijo.

jueves, 7 de julio de 2011

Los escarabajos metálicos


Chrysina aurigans y Chrysina limbata. Foto: Eduardo M. Libby
Lanzar una nueva revista puede ser menos arriesgado si se cuenta con imágenes de portada como la de esta brillante pareja. Eso es lo que debieron pensar los responsables de la Optical Society of America, cuando se aventuraron a lanzar su Optical Materials Express y usaron para su primer número la anterior imagen. Los ejemplares mostrados proceden de los bosques tropicales de una reserva natural de Costa Rica. Lo chocante del caso es que estos coleópteros ocuparan la atención de los ópticos. Pero no se trataba de estudiar en esas especies la extensión de su medio natural o las condiciones para su reproducción, cosas al fin y al cabo de entomólogos, sino las estructuras biológicas y físicas que sirven de base a esa lujosa apariencia. Según parece, algo encontraron y es posible que en un futuro logren descifrar y reproducir los mecanismos que dan lugar a esas coberturas de tono metálico. Como la imaginación es a un tiempo libre y ridícula, puede que tras conocerse el secreto mecanismo se ensanche la gama de brillos entre oro y plata, puede que después se consiga sacar de la cubierta sonidos metálicos, puede que finalmente acabe el invento en el mercado como lustre para seducir a incautos, e incluso puede que con este milagro los pudientes, por monstruosos que sean, aspiren a presentarse en sociedad como joyas de colección.

miércoles, 6 de julio de 2011

El mudo


Le coucou, François-Nicolas Martinet,
grabado en Ornithologie (1773-92)
Encargaron al mudo dar la hora. Una vez llegado el día, se presentó en la sala de espera muy serio, buscó un apartado asiento y en él se mantuvo abstraído y cabizbajo, al tiempo que dejaba enredarse una y otra vez los dedos entre sus largas y venerables barbas. Así estuvo hasta cerca de las doce. Un minuto antes se levantó y se dirigió directamente al balcón. Con su presencia, la expectación en la calle se desató, apuntando todas las miradas a las maniobras del silencioso oficiante. Pausadamente colocó una mano sobre la barandilla, mientras con la otra seguía acariciando sus frondosas barbas. Fue entonces cuando de entre ellas salió de súbito un precioso y azulado cuco. El mudo lo miró sonriente, como quien concede su venia. Cantó con ardor sublime, y hasta doce veces voló.

martes, 5 de julio de 2011

Refundación del privilegio



Si la matemática fuera una pantalla, lo infinito aparecería en ella como una imagen de lo absoluto, de lo que no admite recuento final. Cualquier distinción que se haga entre infinitos podría ser trasladable a lo absoluto y por simpatía a los modos en que se ejerce el dominio. Con cierta extrañeza Aristóteles hacía en su Física una de esas distinciones, señalando que «lo infinito resulta ser lo contrario de lo que se nos dice que es», y continuaba apuntando que lo infinito «no es aquello fuera de lo cual no hay nada, sino (..) aquello fuera de lo cual siempre hay algo». La idea cuestiona ese infinito asociado al dominio, al todo, y que se suele confundir con él.

Al poner el punto de mira en lo que queda fuera, en lo que no se domina, lo infinito ya no depende del todo, y lo absoluto tampoco consigue encontrar ese tipo de soporte unitario. Nace a partir de ahí un absolutismo nuevo, que ya no se centra en el espacio que se domina, sino que al situarse fuera de él se reserva el poder de negar ese todo. Ese modo de rebasar el estilo clásico de lo absoluto, el reflejado en un infinito dominante, recuerda un poco a lo que cuenta Sciascia de la percepción siciliana del poder: «El privilegio no consiste tanto en la libertad de gozar de determinadas cosas, como en el gusto de prohibirlas a los demás».


lunes, 4 de julio de 2011

¿Un estilo de vida?


Guerra de Vietnam, foto tomada de The American Experience
Los paraísos por los que peleamos tienen un aspecto tan trivial e inocente que convierten las batallas, por crueles y feroces que sean, en melancólicos intentos de devolvernos la vida perdida y las armas en mansos instrumentos ejecutores de lógicas intemporales y por ello necesariamente justas. Del mismo orden evocador suelen ser los discursos que las justifican, empezando por las propias arengas que empujan al guerrero a contemplar desde el precipicio su ilusorio patrimonio en el pasado, aquel inexpugnable cobijo materno en el que le salieron los dientes. Pero en realidad no es la vida lo que se reclama en esas luchas, sino aquella clase de vida que sentimos en nuestro interior como la más entrañable, como la más valiosa, por devolvernos simplemente a un horizonte familiar y seguro. Esa interesada confusión hace que esa vida con protección perpetua haya pasado a ser llamada el paraíso y debería ser razón de peso para que nadie que se reclame dueño de su vida pueda sentir como propio ninguno de esos paraísos.

domingo, 3 de julio de 2011

Teatros naturales


Bosque de Alkurruntz (Baztan) © autor
Aunque en verano y a mediodía las cosas, casi por regla, acaban pareciendo lo que son, hay ocasiones en que parecen lo que no son. Los que juegan a los sustos ya saben que esa no es la mejor época ni la mejor hora para los fantasmas. Pueden maquinar tremendas amenazas y quedar, al colarlas en ese horario, como amenos bromistas. El juego de las tramoyas necesita siempre la complicidad de la noche entrante o de la caja oscura. A mediodía no hay más tinieblas que las sombras, que a esa hora son lugares apacibles en los que uno se recoge para eludir el castigo del sol. Convertir ese espacio de acogida en escenario de pesadilla es tarea laboriosa. Esta, como cualquier otra, requiere de una secuencia de estudiados pasos. Bien trabajados, podrían valer tres, simplemente.

Debe escogerse algún lugar en que la sombra tenga algún contrapeso que la incomode, eso lo primero. El bosque, por ejemplo, mantiene las sombras sujetas a la incertidumbre y la sospecha de miradas ocultas o de trampas profundas. No todos los rincones valen para ese cometido, pero si se escoge bien, hasta un distraído y alegre pastor puede ser un motivo temible si lo hacemos descender desde lo alto del bosque, a grandes zancadas, envuelto en pieles y con aire depredador. Con un motivo como ése, y animado por esa dinámica, podemos dar un segundo paso, esta vez hacia la inversión del cuadro de apacible descanso a la sombra de los árboles. De lograrlo se tendrá por sobrecogedor lo que hasta ahora era tan acogedor. Pero si queremos el efecto definitivo, incluso con el sol en el zenit, escogeremos la umbría de un monte boscoso. A esa hora el sol rebasa la cresta, arroja la luz a ras de ladera y coloca árboles, rocas, arbustos, el bosque entero, a contraluz del que asciende. En la lejanía iremos distinguiendo de aquel bucólico pastor su extraña figura y poco a poco el contorno de su negra y creciente sombra, acompañada del bronco chasquido de la hojarasca cada vez más próximo. Mejor que no sea risueño, sería terrible escuchar su desatada risa y peor verlo bajar corriendo entre carcajadas como un oscuro monstruo burlón que viene a nuestro encuentro.

Bien se ve, pues, que un escenario frondoso, un actor oculto y el desafecto de la luz, unido todo frente a un sujeto, sea éste sensible o apocado, curioso o imaginativo, puede servir como un virtuoso prisma con el que el mundo deja de ser lo que parece.


sábado, 2 de julio de 2011

Mínima 46


Lo admirable parece siempre lejos de lo que tenemos, lo amargamente admirable es lo que tenemos y no vemos.

viernes, 1 de julio de 2011

Ala solitaria


            No hay amor que sostener pueda
            el ala solitaria en vuelo.
            No hay aliento posible,
            ni relato que mitigue su caída,
            Ves de lejos
            cómo la gravedad la arrastra,
            ves de cerca
            ese último e interminable giro
            y el vértigo desolador que la domina.


jueves, 30 de junio de 2011

Destino, mis caminos


Nadie apuesta por un destino confuso, para eso es mejor jugar a perderse por los  caminos.

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Realmente existe nuestro personaje?


Cartel de Valentina Nesci
En el escenario, la cuestión para Hamlet es ser o no ser, pero al salir de él la cuestión se vuelve reproducir si nos planteamos hasta qué punto el propio Hamlet es. Aquí vamos a progresar desde esa dicotomía existencial hasta la paradoja. Y digo progresar, porque en las paradojas siempre encontramos una piedra de toque para nuevas teorías. Para el espectador de teatro la oposición básica es la que existe entre realidad y ficción, como dominios de lo verdadero y de lo falso. Esto sería lo básico, y a partir de ahí habrá que preguntarse si el personaje Hamlet realmente existe o no. De afirmarlo será sobreentendiendo que ese personaje no es el príncipe de Dinamarca sino un personaje basado en él. La idea de personaje queda generalmente muy debilitada frente a la realidad, así que deberíamos ser más explícitos. Siguiendo a James Cargile en su Paradoxes (1979), decir «Realmente hay héroes de ficción» suena a cierto, pero si decimos «Los héroes de ficción realmente existen» la cosa suena falsa. El juego veritativo cambia con la virtualidad del adverbio realmente y depende de lo que éste apoye. Si resalta la cuantificación, dando a entender que existe algo que denominamos héroes de ficción, el propio Hamlet justificaría esa existencia y el enunciado resultaría verdadero. Si, por el contrario, el realmente subraya la predicación de existencia a fuerza de insistir en que realmente existen cosas cuya ficción se reconoce, los propios términos hacen falso el enunciado. Podríamos estirar un poco el asunto e integrar ambos enfoques volviendo al teatro con un enunciado digno de estudio: «Realmente existen obras tales que su única propiedad es que no existen realmente». Llegados a esta paradoja, lo interesante es que su validez respondería la cuestión inicial, porque en obras como esas tendríamos sin duda asegurado un papel.

El triunfo ratonero




Los debates al uso en los medios no dan mucho de sí, pero permiten al menos descubrir los tópicos y prejuicios con los que se aborda la mayoría de los temas por quienes seguramente deberían de declararse legos. Un ejecutivo del sector educativo, declarado experto por una agencia de innovación social, daba en la radio su clave con tono pontifical, como una alocución urbi et orbi. Entre toda esa jerga con la que se empastan las soluciones modernas --con las insustituibles nuevas tecnologías así como mucha creatividad, focalización, liderazgo, espíritu de equipo-- me sorprendió oír como en una ráfaga algo más coloquial y un tanto desconcertante. El hombre estaba perorando sobre la desigual suerte de sus compañeros de escuela, sobre la paradoja de que algunos de los más brillantes hubieran desaparecido mientras los «segundones», entre los que se contaba, lograban «triunfar en la vida». Si digo que ese inciso llegó en una discusión sobre «herramientas» de medida de niveles de competencia adquiridos, y en medio de mucha palabrería, se comprenderá mejor el desencaje. Una nueva ráfaga en la que habló de «aprovechar las oportunidades» confirmó la prevalencia de ese pensamiento de fondo tan clásico en su disfraz novedoso. Hecha casi en primera persona, esa declaración colocaba su reconocido oportunismo por delante de todas esas competencias llamadas a medir la excelencia académica, las que él mismo reclamaba ahora con fervor al sistema educativo. Todo este contexto resulta un poco desmesurado, porque esos vaniloquios del experto educativo podrían haberse resumido mejor de haber explicado el sujeto en qué términos medía él su triunfo en la vida.


martes, 28 de junio de 2011

El ámbar memorioso



Lo que tienen de fascinante esos amuletos de ámbar en los que un insecto ha quedado atrapado por el tiempo, es que a través de esa resina dura y mineralizada contemplamos un vestigio de ánima, una imagen de la vida suspendida. Con la mirada fija en el amuleto, aunque parezca complicado, podemos intentar darle a nuestra sensación la vuelta. Es difícil que alguien se imagine envuelto en ámbar contemplando un mundo de color sepia y progresivamente envejecido. Sería como la agonía perpetua. Y sin embargo, ya a comienzos del XVIII Federico I de Prusia quiso acercarse a esa experiencia.

Si algún día aparecieran las vientisiete cajas en las que las autoridades nazis depositaron el mobiliario, la decoración y el revestimiento completo de la famosa Sala de Ámbar, que antes fue de Federico y que acabó en el palacio de la zarina Catalina, podríamos quizá hacernos idea de la sensación que tenía el visitante al verse rodeado de ámbar. Probablemente reyes y zares experimentaban a su paso por la estancia el cegador reflejo de su poderoso brillo. Los demás, pasado un rato allí a solas, nos identificaríamos probablemente más con el insecto.

La sala se ha vuelto a reconstruir. Seis toneladas de ámbar, una cuestión de prestigio para la nueva Rusia. Es difícil saber si la nueva mantiene las fascinantes propiedades de la sala original o han montado otra cámara de feria turística. Que no puedan ser comparadas alimenta el convencimiento de que las cajas no desaparecieron en los sótanos del bombardeado castillo de Königsberg. Muchos confían en que el tesoro saliera de allí y aún siga en algún lugar, escondido bajo tierra. Si así fuera, puede que un día alguien dé con él, casualmente, como el que escarba y se prenda del meloso brillo de la piedra. La mirará entonces fascinado mientras desde el interior de la cámara de ámbar le contempla la viva y aprisionada imagen de su último visitante. Como lo de sus genes es cosa ya sabida, a este superviviente de antaño le pedirá que le cuente qué sensaciones le dejaron atrapado en el ámbar:

Toda la decoración de la Sala de Ámbar te dejaba una cálida y acogedora sensación, tanto con luz natural como con artificial. A lo que más recordaba la sala era a una de mármol, pero sin la fría impresión del mármol. La sala era más preciosa aún que la más maravillosa entre las de madera. Cuando la luz del día brillaba a través de los amplios ventanales, sustituía a cientos de velas y creaba millares de reflejos en los espejos. Esta relación entre luz y ámbar le daba a la sala en el palacio Catherina su especial apariencia. Esa luz hacía que las paredes de ámbar multicolor brillaran más bellas que el oro y crearan en el visitante una profunda impresión final imposible de olvidar.
(http://www.amberroom.org).


lunes, 27 de junio de 2011

Bach y el duende saltarín


Antes de que se rompiera todo vínculo entre la actual música popular y la que recoge la historia (a la que por dejadez llamamos clásica), hubo intentos más o menos afortunados de interpretar con nuevo estilo antiguas melodías. En general, casi todos los resultados pueden ser catalogados como «variaciones sobre un tema», aunque las variaciones fueran casi siempre mucho más allá del tema. Salvando el caso de las bandas sonoras de películas, ni los instrumentos ni las formaciones recordaban lo prescrito en su día por el autor.



El ejemplo que propongo fue verdaderamente popular y es relativamente fiel al tema original. Aunque estaba originalmente señalado para laúd, forma parte del repertorio de guitarristas y clavecinistas. En esta ocasión es interpretado por Jethro Tull, una banda o cuarteto de rock en que la guitarra solista o melódica ha sido sustituida por la flauta travesera, manteniéndose el bajo, la batería y la guitarra rítmica. Discutir si estas formaciones concuerdan o no con el cuarteto histórico, es tan absurdo como discutir si la batería y el contrabajo siguen la tradición del bajo continuo al convertirlo en discontinuo.

Por muy irreverente que resulte a muchos esta interpretación de Bach, hay algo que con ella se recupera. Me refiero al espíritu de la danza, en este caso una bourrée, que el propio Bach y con él sus más fieles seguidores prácticamente secuestran. El inicio es aquí bastante menos cauteloso que en el laúd, el marcado ritmo impuesto por el bajo sirve de guía a la flauta que va fraseando la melodía. Con la entrada de la batería comienza la primera descarga: una serie de variaciones sincopadas a cargo de una flauta que parece haber sido liberada. Se aviva el ritmo en la batería para que la la flauta cabalgue en una especie de esgrima sonora. Finalmente la danza, con el solitario punteo del bajo, alcanza un punto de sosiego desde el que se vuelve a la calma y a la versión primera del tema.



Bouree, versión libre de la bourrée de la Suite en Mi menor para laúd, J.S. Bach,
Jethro Tull. Album: Stand up (1969).


domingo, 26 de junio de 2011

Felices entendederas


Hablar de ciencia es algo al alcance de cualquiera, al fin y al cabo entenderla es sólo cuestión de tiempo. Unos llegan antes, otros después. A muchos les tienta estar en el secreto y renuncian a la espera. Y lo cuentan como un divertido cuento, para que nadie les diga que no la entienden. El resultado es peor, nunca llegan a entender que no la entienden. Todo eso al principio, porque luego se niegan a saber si la entienden, mientras parlotean sobre ella sin tregua.

sábado, 25 de junio de 2011

Un año después


Hace un año aproximadamente se reunían en el corazón de África, en la ciudad chadiana de N'Djaména los mandatarios de los once países que de costa a costa administran las tierras desérticas del Sahara y las semiáridas de su frontera sur, el Sahel. La reunión pretendía dar impulso operativo a un proyecto de larga gestación y de tremenda importancia para África, la Gran Muralla Verde. Probablemente se trata de la iniciativa de intervención ecológica más ambiciosa de las que se hayan puesto en marcha, en África y en el mundo.

Se trata de acondicionar un corredor vegetal que discurra desde Senegal en el Atlántico a Djibouti en el mar Rojo, con un longitud de unos 7.700 Km y una superficie de unos 12 millones de hectáreas. Se espera que, una vez consolidada, esta franja natural de unos 15 Km de anchura actúe como una frontera resistente al avance del desierto. La zona debería albergar especies vegetales y animales bien adaptadas a la sequedad ambiental, pero también de interés económico.

Con ese fin se irán creando nuevas plantaciones de bosques de especies autóctonas para apoyar y mejorar la vegetación ya existente. Se pretende igualmente crear zonas de pastoreo, parques y reservas naturales, así como corredores de intercomunicación para la población. En esta columna vertebral se integrará una red para la retención de aguas y áreas de producción frutícola. En la gestión se intentará involucrar a las poblaciones locales, a productores privados y a las administraciones forestales.

Aunque es pronto para hacer balance, parece que tras el primer año los resultados son esperanzadores y los primeros objetivos se van cumpliendo. La memoria del proyecto alerta en su último punto sobre los riesgos que se ciernen sobre él, y los admite de tres órdenes distintos: la ausencia de voluntad de los países, la insuficiencia de la financiación y la situación de inestabilidad política o de seguridad.

Para más información: http://www.grandemurailleverte.org


Mínima 45


Escondí los dados y lancé mis ojos a buscar suerte.

viernes, 24 de junio de 2011

Furia infernal


En cuanto nos hablan de animales fantásticos, acuden de inmediato a nuestra imaginación criaturas de formas híbridas y extrañas, de propiedades y rasgos imposibles, procedentes de geografías remotas o de orígenes fabulosos. Realmente no les ha faltado literatura, en un principio basada en mitos o cuentos populares, posteriormente presentada con un tratamiento más riguroso y científico. En este sentido la frontera determinante se fue cruzando con el progresivo registro de los seres vivos en el sistema taxonómico introducido en el siglo XVIII por Carl Linnaeus. Podría decirse que un espécimen cualquiera comienza a tener existencia científica cuando queda clasificado con arreglo a los criterios de su sistema.

Ahora bien, ni los seres fantásticos responden siempre al patrón anterior ni Linneo ideó un sistema infalible. Constan en él especies de las que ya no quedan ejemplares y también otras que probablemente nunca los tuvieron. A una de estas últimas puso nombre el propio Linneo y dedicó más tarde una nota científica su discípulo Daniel Solander. En el origen del caso está un hecho que bien pudo encauzar su vocación de naturalista. Contaba entonces Linneo con 21 años y vivía en Lund instalado como huésped en casa del Dr. Stobaeus. Alternaba sus clases de medicina en la universidad con frecuentes incursiones en los alrededores de la ciudad de donde iba cogiendo para su estudio todo tipo de plantas y minerales.

Como en tantas otras ocasiones, una tarde de mayo de 1728 esa tarea le llevó a la cercana colina de Fagelsang. El calor animaba a aligerarse de ropa, así que, junto a sus cuadernos e instrumentos, dejó la chaqueta y el chaleco para adentrarse por unos taludes repletos de toda clase de hierbas. Estaba examinándolas cuando sintió una picadura en el brazo derecho. Sin reparar demasiado en ello continuó, pero al rato vio con sorpresa que tenía una enorme inflamación. De vuelta a casa, el doctor Stobaeus advirtió inmediatamente la gravedad de la situación e hizo llamar a un cirujano. Necesitó una profunda incisión del codo a la axila, pero no se llegó a localizar el punto de la picadura ni a conocer el origen de la hinchazón.

Confirmando las habladurías que corrían por aquel lugar, Linneo supuso que el causante de todo había sido un pequeño gusano. No debía de ser fácilmente visible, de tamaño no mayor que el de un cabello, de tono gris y redondeado en sus extremos. Según las mismas fuentes, procedía de los árboles, desde donde se dejaba caer sobre los animales a los que infligía ese venenoso aguijonazo por el que lo conocían los ganaderos. Linneo bautizó la especie con el expresivo nombre de Furia infernalis y la incluyó en las sucesivas ediciones de su enciclopédico Systema Naturae publicadas a partir de 1735. A falta de especímenes que refrendaran su inclusión, la descripción del gusano, extendido por el norte de Suecia y países bálticos, parecía fruto de ese medio natural y de los efectos que se le atribuían.

A finales del XVIII, tras persistentes búsquedas, eran ya muchos los que estimaban como hoy que esa Furia infernalis realmente nunca existió y que era uno más de los animales fantásticos. Su reiterada inclusión en el Systema debe entenderse como una licencia personal de su autor, como una especie de condena nominal en la que Linneo tacha de infernal al desconocido insecto que puso en peligro su vida cuando aquella tarde de mayo le picó.

Entrada en el Systema Naturae (Tom. I, 10ª ed. 1758)
Dice la nota anterior: «Habita en Botnia, en los pantanos de Suecia septentrional. El peor de todos, cae del cielo a los cuerpos de los animales, en ese momento penetra rápidamente y en un cuarto de hora los mata en medio de atroces dolores».


jueves, 23 de junio de 2011

Mínima 44


Lo que vamos dejando atrás no mide nuestro progreso; en cuanto pierde sentido, confirma nuestra ceguera.

miércoles, 22 de junio de 2011

Imagine



Imagina que te proponen llevar a cabo en tu casa una serie de progresivas mejoras en los sistemas de conducción, ya sean cañerías o cableados, de calefacción o de refrigeración, así como en el resto de las tuberías. Tu únicamente tienes que dejar entrar a los operarios y permitir la ampliación del sistema, que pasa a ser completamente integral y sujeto a un organismo único de control con el fin de obtener un servicio más directo, seguro y global, al que además se incorpora la posibilidad de lograr por un precio muy ventajoso acceso prioritario a dos nuevas redes instrumentales muy potentes.

La primera de ellas te ofrece, con carácter exclusivo, un abanico de dos mil canales de televisión y streaming en general con diversas temáticas que van del fútbol de goles a la actualidad social pasando por primicias musicales gratuitas, ofertas comerciales y otras propuestas aún más lúbricas y tentadoras. Para convertirte en usuario de este servicio de vanguardia se te hará llegar, bajo la fórmula de renting indoor, todos los adminículos y sintonizadores necesarios para obtener el grado A, es decir full operativity. Por razones de incompatibilidad, es posible que suponga el recambio de alguno o de todos los componentes de tu actual utillaje doméstico, bien sea manual, eléctrico o electrónico. A cambio te beneficiarás de la conexión gratuita e ilimitada al monitor centralizado de averías, que ante cualquier eventualidad te pondrá de manera instantánea y automática en lista de espera.

La segunda red tiene un carácter suplementario y se apoyaría en un novedoso y muy flexible sistema de canalización neumática que regularía en la casa, mediante un sencillo conmutador y por la misma vía, todo lo relativo al abastecimiento y a la evacuación. A través de él, con el fin de mantener debidamente atendida la clientela de la red teledoméstica, se ofrece como servicio Premium un sistema periódico de catering general, siempre a la carta y con un amplísimo menú en el que se incluyen desde las recetas de mayor éxito de ventas en las urbes más cosmopolitas a los clásicos platos de nuestras cocinas regionales. El mejor modo de redondear este cómodo régimen es inscribirse en el servicio de asistencia médica in situ, que permite registrar a pie de sofá y enviar telemáticamente a la central tus constantes vitales. Aunque existen ciertas restricciones en el caso de hospitalización, para cuya cobertura se hace necesaria una ampliación de contrato, de ser los registros desfavorables se procede como norma general a la inclusión gratuita de tu nombre en las listas de espera.


martes, 21 de junio de 2011

Verano crítico


Principio y fin, Luciano Benites (2004)
Llega hoy el verano y la estación trae a marchas forzadas un desenlace. No tiene pinta de que sea bueno, más probable es que tengamos que aguantar una funesta pedrea. Esta noche, cuando miremos al firmamento y recordemos a los viejos mitos en su encrucijada, sentiremos bajo su impulso renacer el nuevo ciclo, al tiempo que se nos impone un sublime sacrificio. Componiendo sueños, veremos al poderoso Hércules descuartizado y a Hera recluida de nuevo en su tenebrosa cueva. No sabría explicar todo esto, ni conjugarlo con esa sensación real que se nos viene encima, con esa alargada perspectiva de umbrales que se estrechan. Si de los mitos pasamos a las crónicas, nos vemos entrando en el tercer año de un amargo y crítico recorrido. Mejor sería no aceptarlo como el último acto de un lastimoso drama colectivo, sino como el camino de vuelta a nosotros mismos. De nada nos sirve creer que a falta de apoyo y estímulos estamos huérfanos, o que sobrevivimos a un mundo ya perdido. Frente a esa atonía, un día como el de hoy es el momento oportuno para despertar. Con ese crujido de luces anunciando el empuje vital, podemos aprender a vivir de nuevo, a vivir de los gestos más sencillos, con las verdades más cercanas y recurrentes. Vengan como vengan dadas, no debería ser difícil de lograr. Basta salir a campo abierto y seguirle el rastro a la vida, para entender que a ese fin que amenaza, le acompaña siempre un principio.

lunes, 20 de junio de 2011

Rectificar en marcha


Mucho se cuenta de aquel que iba para metafísico y que, tras alcanzar su meta en las alturas, se vio tan corto de físico que siguiendo el natural dictado cambió de enfoque a su carrera, regresó muy dinámico cabeza abajo y del gran impacto de su física dieron sus huesos la mejor prueba.

domingo, 19 de junio de 2011

De pan traer


Trigales de la Cendea de Galar © autor
Aunque no sea mío, de vez en cuando hay que salir al campo para ver cómo marcha el trigo. Esta mañana, subiendo hacia Erreniega, me he paseado por los trigales de las laderas de Galar. Las lluvias de la semana pasada creo que le han hecho al trigo mucho bien. Ese último remojón, cuando ya casi está a punto, suele dejarlo listo para empezar a cosechar. De hecho, en un corro pequeño, cerca de Arlegi y a pesar de ser domingo, ya se habían puesto a la faena. Por aquí los campos miran al norte, distribuidos por las laderas de la sierra, allí donde las pendientes se amansan. Son zonas relativamente húmedas y bien ventiladas, lo que ayuda seguramente a que en ellas crezcan unos trigales altos y densos.  Lo que de ahí salga supongo que variará según el año, pero lo que traen para éste, si no se malogra lo visto, son espigas bien granadas y prietas. Antesmás hubiera cerrado diciendo «por lo menos este año no pasaremos hambre», pero por estos pagos eso ya suena a risa, salvo al dueño de esas mieses, porque prácticamente nadie mira por el campo.

sábado, 18 de junio de 2011

Bonita promoción


Mujer purépecha, Clifford V. Johnson (2010)
Culmina la campaña mediática de esa solemne tontería, que bajo el título de Día del español ha ideado el Instituto Cervantes, con la elección de la «palabra más bonita del español». Abundaba entre las candidatas el espíritu doctrinal, el toque melifluo y los tonos pastel, pero en estos casos siempre es posible la sorpresa. Visto el resultado, se pudo haber elegido con mejor criterio algo como tonting (en el sentido de tonteo), una voz de fulgurante y prometedor futuro. Pero llevados los votantes por ese viejo instinto avasallador y colonial, que hace tabla rasa en su imperio lingüístico, se escogió la voz querétaro.

Mal vamos si para dignificar una lengua, el castellano en este caso, hay que ir sentando reales en las ajenas. De esta lengua en que escribo es conocido su escaso respeto por las restantes. Dos ejemplos, para no abundar: uno, hasta hace cuatro días todavía se traducían los nombres propios de otras lenguas (Guillermo Shakespeare); otro, es la única lengua que acepta las voces de su latín matriz tras someterlas a una vergonzante acentuación (álbum). Con lo de querétaro, basta tirar de Wikipedia para comprobar que es nombre propio vinculado a Santiago de Querétaro y proveniente del topónimo k'erhiretarhu, que en lengua purépecha podría significar lugar del gran pueblo o de la roca.

Es un poco humillante, casi insultante, que el proponente de la palabra, un actor mexicano, pase por alto este dato, así como la lengua y el pueblo que aún la utiliza, y absurdo que resalte en la palabra su cercanía a querer, envolviéndola así en aromas a poesía lila para que todo sea definitivamente ridículo. Confío en que la Academia de la Lengua Purépecha, que vela por su problemática conservación como lengua indígena, haga valer su legado y haga las legítimas reclamaciones a su homónima española por esta estupidez, a la vez que reclama, al pomposo instituto que la ha patrocinado simplemente un poco de rigor.


Esopo sube al ara


Der teutsch Esopus,
Augsburg (1504)
Dicen los viejos astutos, los grandes falsarios, que es inútil que aguantes el golpe a pie firme, que apoyado en la mesa es donde para defender de tus ideas puedes encontrar mejor postura. El malicioso consejo lleva a mucho incauto a lanzarse al escritorio como quien se tumba en el ara literaria en ofrenda a las sordas musas. Allí acurrucado, el que se cree pájaro, pronto grazna, señala a todos con sus alas negras y remueve los blancos papeles entre sus patas y plumas. Lejos está de imaginar que aquellos viejos zorros, en cuanto role la ventolera, lo tacharán ante el vulgo de funesto chorlito, exhibirán sus tripas como mal augurio y se jactarán de haber acabado con sus graznidos, mientras del ara ya sólo sale humo.

viernes, 17 de junio de 2011

Sobre exámenes



Los alumnos sagaces saben bien que los exámenes reflejan en cierta medida el estilo —las manías, dirán ellos— de quien los formula. El autor de una pregunta es alguien que aún esta pendiente de la respuesta, pero que al formularla hace notar además su importancia dentro de algún cuerpo de conocimiento y su relevancia para servir como instrumento social medida en un ámbito más o menos específico. En cualquier caso, cuando entre otras muchas el autor escoge esa pregunta, de manera indirecta se retrata o se define.

A medida que los exámenes ascienden en rango, los retratos alcanzan a algo más que a personas, y pueden ser reflejo de instituciones completas. No me estoy refiriendo al nivel de organización institucional que delatan pruebas o concursos de corte chapucero, voy más bien a las preguntas que componen esas pruebas y a lo que apuntan sobre el interés educativo de las universidades, los departamentos de educación o el propio estado. Yendo a uno de estos últimos, podemos tomar el que tiene una tradición administrativa unitaria más arraigada, con Francia.

Estos días se han celebrado allí las pruebas de final de Bachillerato. Existen distintas modalidades, orientaciones y asignaturas, pero la filosofía ocupa en todas ellas un lugar central. De los exámenes propuestos para esta disciplina, lo llamativo no era su discutible estructura, sino las cuestiones planteadas para la composición filosófica.

El de orientación económico-social era particularmente significativo. La primera cuestión de las tres en oferta decía:
1. ¿Está la libertad amenazada por la igualdad?
¿Quién no advierte en ella una seria preocupación por la pervivencia y armonía de los valores republicanos? Responder libremente sería dar carta de naturaleza a un conflicto social subyacente en la república. Responder oportunamente equivale a reducir la cuestión a un conflicto de valores filosóficos y evadir el atractivo debate. Sea esta u otra la alternativa, no estoy muy seguro de la fiabilidad de esta cuestión como instrumento de medida, pero no conozco de cerca el bachillerato francés.

Que nadie piense que la segunda opción concedía al candidato un respiro. De hecho apuntaba a otra cuestión de sabrosa enjundia:
2. ¿Es el arte menos necesario que la ciencia?
Aquí retrocedemos un poco en el tiempo, pero damos de lleno en la Ilustración. La cuestión parece sugerir una llamada al estilo discursivo francés, tan amigo de la esgrima argumental como desdeñoso de las definiciones. Suena a Rousseau y a su Discours sur les sciences et les arts, pero llevado al debate de los presupuestos. Ni allí ni aquí queda claro de qué idea de arte o de ciencia hablamos. Nadar en esas aguas inciertas quizá sea útil a los bachilleres, pero saber andar por tierra debería ser necesario.

Visto el tono de las anteriores, la última opción en la que se pedía comentar un texto de Séneca aparecía como un refugio sobrio pero acogedor.


El Plan Benjamin



Espero verlo pronto en la pantalla grande con alguna estrella de relumbrón. Es una historia que nos ha sido contada a ráfagas en los boletines de noticias: aquello de la invasión de Irak y las armas de destrucción masiva. Corría entonces el año 2003. Ahora nos enteramos por la prensa de que un año después de sentar plaza militar llegó el desembarco económico. Los Angeles Times lo contaba así hace unos días: «Autoridades del Pentágono decidieron que un avión gigante Hercules C-130 podría trasladar 2.400 millones de dólares empaquetados en fajos de billetes de 100 dólares. Enviaron un primer avión cargado de dinero, seguido por otros 20 vuelos a Irak en mayo de 2004, en un traspaso de 12.000 millones de dólares en lo que las autoridades estadounidenses creen que ha sido el mayor traslado internacional de dinero de todos los tiempos».

Llegados 7 años después a los actuales tiempos de crisis, aquella riada de apetecibles benjamines (por la efigie del billete de 100) subleva la sensibilidad del contribuyente americano, que esperaba que Bush y Rumsfeld hubieran cerrado con aquel dinero un buen negocio. La factura de su aventura milito-comercial debe rondar actualmente los 61.000 millones de dólares. La oficina creada por el Congreso estadounidense para canalizar aquel dinero de choque no encuentra modo de justificar 6.600 millones de aquellos envíos y se empieza a hablar de robo a gran escala, probablemente porque se ve que no hay negocio. La cosa se desencaja un poco, o se complica del todo, cuando leo un poco más abajo que aquel primer dinero «procedía de las ventas de petróleo iraquí y fue tomado de activos y fondos excedentes iraquíes del programa 'alimentos por petróleo' de las Naciones Unidas», lo que ha dado lugar a la amenaza del gobierno iraquí de demandar a esta gente ante los tribunales internacionales.

Con tantas cifras, el asunto es un poco complejo de llevar a un guión, pero el meollo se ve claro, diáfano incluso. Así que la película llegará, no debemos perder la confianza. Lo del dinero lo veo más dudoso, pero siempre pueden mirar en Kuwait, en Dubai o por allí. No andará lejos, y menos para el largo y fornido brazo de su ley.


jueves, 16 de junio de 2011

Gramáticas celestes


Enea vince Turno, Luca Giordano
Galleria Corsini, Firenze
Ayer de nuevo hubo eclipse de luna. Son acontecimientos que poca emoción pueden suscitar en quienes viven la noche sumergidos en medio de las luces urbanas. Desde ahí es prácticamente imposible ver en el cielo presagios y augurios, y difícilmente se llega a tenerlo por reflejo de nuestras esperanzas y calamidades. Son muchos los poemas que privados de ese soporte se vuelven opacos y algunos los poetas cuya expresión queda desarmada, casi muda. Podría ser el caso de Virgilio y su Eneida. Sus firmamentos me recuerdan a esas claves escondidas en los paisajes de fondo de los retratos. Son espacios donde se puede escuchar y ver, apuntalada por cadencias y gramáticas, la temible llegada del futuro.

Hay pasajes simples: Como aquel en que las falanges argivas, lejos de desaparecer con sus barcos, se aproximan a la confiada Troya «bajo el silencio amigo de la callada luna». La luna, aunque como hoy se oculte, sigue siendo cómplice de la noche, patria a la vez del sueño y de la oscuridad, y nadie sabe del todo en qué mundo entra cuando «en torno a su cabeza vuela una negra noche con su aciaga sombra». En tal caso sólo cabe confiar contemplando cómo «cae la noche y abraza la tierra con sus oscuras alas». Quedaría después, cerrar los ojos y poner la mente a volar.

Hay otros pasajes complejos: La gran batalla se prepara y Juno entrega a Eneas el yelmo y el escudo forjados por el propio Vulcano. Los troyanos parecen resignados al asedio del rútulo Turno, cuando a las playas arriba Eneas al frente de una inmensa flota con sus aliados. Es entonces cuando Virgilio escribe: «Arde la cimera de Eneas sobre su cabeza, el penacho arroja llamas y del áureo escudo brotan grandes relámpagos, no de otra suerte que cuando en una noche serena enrojece el cielo con sangriento y lúgubre resplandor un cometa, o cuando sale el ardiente Sirio, trayendo a los míseros mortales sed y enfermedades, y contristando el cielo con su aciaga luz». El pasaje nace épico y brillante, al amparo de los dioses, y acaba trágico y mortal, al arbitrio de los astros. En lo sucesivo, parecida suerte correrán los héroes, arrebatados al capricho poético del mito para ser entregados a los designios geométricos del relato.


miércoles, 15 de junio de 2011

La ética como etiqueta


En medio de la actual confusión política e ideológica, se echaba a faltar algo de altura filosófica en el debate. A la llamada ha acudido al galope, como no podía ser de otro modo, ese infatigable polemista que hasta jubilado resiste como pensador de guardia de la gente de bien. Quizá para no extraviarse en las ideas, ha querido ser parco, a la vez que claro y contundente, con ese destemple que viene últimamente empleando tan propio del zurriago volteriano. Con su dictamen nuestro Catón ha sentenciado implacable a los disconformes e indignados callejeros como «un hatajo de mastuerzos que quiere imponerse a los representantes de la votación popular y que, por tanto, debían ser desalojados por la policía y nada más». En su opinión nada más hay que entender y ningún otro enfoque merece ser atendido, porque no hay ética a la que uno deba remitirse cuando goza de público devoto y de fácil exabrupto.

Echamos ahora nuestra mirada atrás cuando este hombre, Fernando Fernández-Savater, inició su andadura allá por 1971 con una obra titulada La filosofía tachada. Algo de premonitorio había en la cita con la que abría su prolijo discurso filosófico, donde decía: «Aprendan de mí, que he pasado de la nada a la más absoluta miseria». Eran tiempos de marxismo alternativo, de auge en el sector grouchista, desde el que se fustigaba, para hacer un guiño, a los escolásticos de izquierdas. Ahora finalmente, y con pruebas sobradas y cumplidas, parece haber completado el ciclo anunciado por su maestro Groucho. No es cuestión de valorar su trayectoria como privilegiado exponente del pensamiento oficial español. Y digo oficial, siempre muy oficial, por tratarse de una escritura reconocida y publicitada, siempre al amparo de la versión más ventajista del poder. Y como no se puede rebuscar en sus rigores filosóficos, si tuviéramos que hablar, lo haríamos más bien de su entronque en la tradición filosófica nacional, al afincarse de forma precoz en el viejo anarquismo casticista y verse sistemáticamente aquejado por una muy ensayada pero imposible digestión del nihilismo nietzscheano.

La crítica más lúcida y temprana sobre la aportación de nuestro hombre al panorama filosófico, en el marco de la Transición posfranquista, la ofreció Eduardo Subirats quien, convertido en un apestado para la filosofía oficial, buscó otros aires e imparte actualmente sus cursos entre Nueva York y Berlín. En un ensayo sobre esa época, que tituló Después de la lluvia y que vio la luz en 1993, escribía Subirats sobre Savater, después de retrotraerlo al pensamiento de Unamuno y Maeztu: «En esta no transgresión de los límites del tradicionalismo español bajo el gesto retóricamente realzado de histriónico ilustrado reside la clave del pensamiento de Savater, y una de las llaves secretas de la ambigua transformación democrática y moderna de la sociedad española de los últimos años». Si esto es así —y somos muchos los de esa opinión—, poco debería extrañar que Savater salga al ruedo como valedor de ese diseño de democracia amañada y ramplona, que en las calles hoy se contesta, por el momento pacíficamente.