jueves, 21 de julio de 2011

El secreto del poder


Diálogo (1993), José Bedia
Melanio— Y sobre el secreto, ¿dirías tu que quien lo conoce también lo posee?
Progenio— Sobre todo diría que lo hace durar para que intrigue y rinda. Como guardián tiene el deber de cuidar de la palabra oculta, rodearla de misterio y hacer de ella un fulminante. Es entonces cuando siente en sus manos el peso del poder. Oye el clamor de la multitud y complacido ve el cortejo público que se acoge al misterio como si fuera un acto de sumisión a su palabra muda.
Melanio— Dices que es suya la palabra, ¿debemos suponer, pues, que es suyo el secreto?
Progenio— Suyo sería lo más sutil, ese poder tan volátil, las restantes fuerzas no. Con un rayo en la mano y solo frente al pueblo congregado es fácil sucumbir a visiones y creer que también la palabra es suya. Pero se equivoca, el sólo es custodio y representa un punto fijo. Bajo esa señal visible y dominante, un polo secreto sirve de resumidero a la dispersa energía. En su ingenuidad cree que todos le miran, cuando vive al acecho de la ansiedad, la angustia y otros impulsos polares de quienes sin estar en el secreto se saben sus genuinos creadores y dueños.


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