A modo de desenfadado homenaje, pero asomándole la emoción, su hermano Carlos nos contaba la despedida. Fue al acercarse a su lado cuando ella entreabrió los ojos un instante, buscó algo de claridad con la mirada turbia y sentenció con mortal fastidio «¡Qué asco de día!». Luego volvió a cerrar los ojos para no volver a abrirlos nunca.
viernes, 22 de julio de 2011
Cuatro palabras
A modo de desenfadado homenaje, pero asomándole la emoción, su hermano Carlos nos contaba la despedida. Fue al acercarse a su lado cuando ella entreabrió los ojos un instante, buscó algo de claridad con la mirada turbia y sentenció con mortal fastidio «¡Qué asco de día!». Luego volvió a cerrar los ojos para no volver a abrirlos nunca.
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vida
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