De nada puede valer un perfil del autor si no deja ver su intención. Si ésta no es buena ni clara, el perfil poco va a decir de él, y lo que diga nada aclarará.
Dicen los viejos astutos, los grandes falsarios, que es inútil que aguantes el golpe a pie firme, que apoyado en la mesa es donde para defender de tus ideas puedes encontrar mejor postura. El malicioso consejo lleva a mucho incauto a lanzarse al escritorio como quien se tumba en el ara literaria en ofrenda a las sordas musas. Allí acurrucado, el que se cree pájaro, pronto grazna, señala a todos con sus alas negras y remueve los blancos papeles entre sus patas y plumas. Lejos está de imaginar que aquellos viejos zorros, en cuanto role la ventolera, lo tacharán ante el vulgo de funesto chorlito, exhibirán sus tripas como mal augurio y se jactarán de haber acabado con sus graznidos, mientras del ara ya sólo sale humo.
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