Hace un año aproximadamente se reunían en el corazón de África, en la ciudad chadiana de N'Djaména los mandatarios de los once países que de costa a costa administran las tierras desérticas del Sahara y las semiáridas de su frontera sur, el Sahel. La reunión pretendía dar impulso operativo a un proyecto de larga gestación y de tremenda importancia para África, la Gran Muralla Verde. Probablemente se trata de la iniciativa de intervención ecológica más ambiciosa de las que se hayan puesto en marcha, en África y en el mundo.
Con ese fin se irán creando nuevas plantaciones de bosques de especies autóctonas para apoyar y mejorar la vegetación ya existente. Se pretende igualmente crear zonas de pastoreo, parques y reservas naturales, así como corredores de intercomunicación para la población. En esta columna vertebral se integrará una red para la retención de aguas y áreas de producción frutícola. En la gestión se intentará involucrar a las poblaciones locales, a productores privados y a las administraciones forestales.
Aunque es pronto para hacer balance, parece que tras el primer año los resultados son esperanzadores y los primeros objetivos se van cumpliendo. La memoria del proyecto alerta en su último punto sobre los riesgos que se ciernen sobre él, y los admite de tres órdenes distintos: la ausencia de voluntad de los países, la insuficiencia de la financiación y la situación de inestabilidad política o de seguridad.
Para más información: http://www.grandemurailleverte.org
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