La domesticación de ciertas metáforas, que se incorporan desactivadas al uso lingüístico regular, pone de manifiesto la progresiva amortización de su nervio transgresor y cierta devaluación emotiva de la expresión oral. Coincide además con el ascenso y el traslado de ese exigente papel de las metáforas a las imágenes en su expresión visual. Todos los matices de esa pérdida, y también del conflicto entre lo oral y lo visual, parecen quedar reunidos cuando desde un rostro impasible, casi marmóreo, se emite la expresión «ardo en deseos» a modo de latiguillo neutro y convencional. Nadie en su sano juicio esperaría ver surgir llamaradas desde el poste emisor, pero sí quizá cierta complicidad con las palabras e incluso algún gesto de ansiedad o un atisbo de emoción.
martes, 28 de diciembre de 2010
Aquellas palabras vibrantes
La domesticación de ciertas metáforas, que se incorporan desactivadas al uso lingüístico regular, pone de manifiesto la progresiva amortización de su nervio transgresor y cierta devaluación emotiva de la expresión oral. Coincide además con el ascenso y el traslado de ese exigente papel de las metáforas a las imágenes en su expresión visual. Todos los matices de esa pérdida, y también del conflicto entre lo oral y lo visual, parecen quedar reunidos cuando desde un rostro impasible, casi marmóreo, se emite la expresión «ardo en deseos» a modo de latiguillo neutro y convencional. Nadie en su sano juicio esperaría ver surgir llamaradas desde el poste emisor, pero sí quizá cierta complicidad con las palabras e incluso algún gesto de ansiedad o un atisbo de emoción.
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metáfora
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