J. I. van Ruisdael, Pantano en un bosque al anochecer (1660) Museo de Bellas Artes, Bilbao. |
Cuando las encuentres, no des cuenta de ello ni gastes retórica, porque no tienes que justificar tus emociones; no te recrees como si fueras su maravillado descubridor, porque otros antes que tú también se fueron en el secreto. Tan solo habrás hecho destacar el día entre el gris de la rutina, como aquel en que fuiste a Bilbao a pasearte por el Museo de Bellas Artes. Tampoco sabrías indicar en qué sala se encuentra, porque te salió al paso, un cuadro pequeño, una floresta enmarañada y entreverada con verdes oscuros. Había reflejos en el pantano del fondo, contraluces anaranjados en el cielo y las copas de los tortuosos árboles azotadas por el viento: un ambiente entre agobiante y sombrío, un refugio inhóspito y sospechoso, una noche de sombras mayúsculas con luces sembradas de desasosiego.
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