viernes, 15 de julio de 2011

A la luz de la luna


 Nocturno entre matorrales © autor
En cuanto te acercas a orillas del Mediterráneo, tienes la sensación de enfrentarte a un sol distinto del que conoces, mucho más inclemente y dominador. A sus pies sometido, se extiende el azul profundo del mar, en el que todos buscan eludir los rigores de ese dominio sofocante y severo. Más bien en vano, y no porque falte agua sino porque sobra fuego. A medida que se apagan las luces, afloja en su ardor el día. A medida que se hace de noche, también aquí se abren espacios inciertos. Por ellos vagan algunos danzando como sonámbulos, mientras la mayoría aguarda en su rincón el alivio de la brisa y el sereno. De las noches opacas nadie guarda recuerdo, pero hay otras en que la luna se alza enorme, como un espejismo gélido, que nos anima a explorar y recorrer el paisaje, y a confundirnos con los fríos espectros.

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