miércoles, 3 de marzo de 2010

Lo que el río se lleva


 
Pamplona. Puente de la Magdalena

En el Hades situaban los griegos Lete, el río del olvido. Allí el alma, antes de reencarnarse y sustanciarse en un cuerpo nuevo, bebía de sus aguas para nunca volver a recordar aquellos otros en los que estuvo. Más tarde se habló también de Mnemosine, con cuyas aguas se recuperaba la memoria y se lograba desvelar incluso el universo platónico de las ideas todas. Los ríos pueden ser caprichosos, unos quitan lo que otros dan. Según se mire, llegar a la omnisciencia puede no ser mejor que perder la conciencia. Alejadas de estos mitos hay otras variantes insólitas. Llama mi atención por lo próxima la de Pamplona. La ciudad tiene el dudoso privilegio de ser atravesada por un plácido y rumoroso río en el que uno tras otro se ahogan sus poetas. Unos quedan en el olvido, otros olvidan que fueron poetas.

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