Está a punto de estrenarse la nueva temporada del Almanaque de breves. Tal y como advertirás el sitio ha sido completa y materialmente renovado con amplias y luminosas entradas que dan acceso a un fascinante vericueto de patios, salones y jardines blogueros por donde podrás pasear y explorar a tu aire, así como encontrar remansos en los que echar una memorable cabezada o llevarte lectura para casa. Te sorprenderán a buen seguro las nuevas secciones incluidas, más incisivas y explosivas de lo que solían las ya viejas y conocidas, unas por fantásticas y otras por polémicas, con toda clase de textos y gráficos, diaporamas y filminas, santos y santillos, pendones y emblemas, música y percusión, cuadros y hasta daguerrotipos. Habrá espacio para la relajación, con inhalación del texto por vía respiratoria, acceso directo a la reflexión sosegada y salida final a la meditación seráfica. Seguiremos divulgando todo aquello que huela a sabiduría, convocando en nuestras citas a autoridades de reconocido prestigio, letradas y científicas pero no menos letradas, gentes de pluma colorida o de pluma bien afilada, abordando las temáticas, las problemáticas y las emblemáticas con ópticas casi rigurosamente inéditas. Un empujón y viajarás también por el frondoso universo Google (que Dios lo dé por registrado) haciendo parada en sus estaciones más excitantes, exóticas y peligrosas. Para los días de excursión dejaremos el habitual buceo en paraísos matemáticos y filosóficos, aguas para el lego casi siempre temibles y procelosas. La idea es también tantear la fidelidad del visitante con algún concurso chispeante y ponerle un punto imaginativo con una dosis de fútbol y sexo, pero sin alterar el tono familiar y amigo de la pantalla. Recuerda, no obstante, amable visitante, que deberás cargar, como hasta ahora, con el monótono día a día del vidrioso y voluble autor de este almanaque, con sus noticias de pacotilla, con sus consabidas manías, con sus fábulas seniles, con sus pesadas pesadillas, con sus lágrimas de cocodrilo y con su eterno y sinsorgo piar. Advertido quedas.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
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Está a punto de estrenarse la nueva temporada del Almanaque de breves. Tal y como advertirás el sitio ha sido completa y materialmente renovado con amplias y luminosas entradas que dan acceso a un fascinante vericueto de patios, salones y jardines blogueros por donde podrás pasear y explorar a tu aire, así como encontrar remansos en los que echar una memorable cabezada o llevarte lectura para casa. Te sorprenderán a buen seguro las nuevas secciones incluidas, más incisivas y explosivas de lo que solían las ya viejas y conocidas, unas por fantásticas y otras por polémicas, con toda clase de textos y gráficos, diaporamas y filminas, santos y santillos, pendones y emblemas, música y percusión, cuadros y hasta daguerrotipos. Habrá espacio para la relajación, con inhalación del texto por vía respiratoria, acceso directo a la reflexión sosegada y salida final a la meditación seráfica. Seguiremos divulgando todo aquello que huela a sabiduría, convocando en nuestras citas a autoridades de reconocido prestigio, letradas y científicas pero no menos letradas, gentes de pluma colorida o de pluma bien afilada, abordando las temáticas, las problemáticas y las emblemáticas con ópticas casi rigurosamente inéditas. Un empujón y viajarás también por el frondoso universo Google (que Dios lo dé por registrado) haciendo parada en sus estaciones más excitantes, exóticas y peligrosas. Para los días de excursión dejaremos el habitual buceo en paraísos matemáticos y filosóficos, aguas para el lego casi siempre temibles y procelosas. La idea es también tantear la fidelidad del visitante con algún concurso chispeante y ponerle un punto imaginativo con una dosis de fútbol y sexo, pero sin alterar el tono familiar y amigo de la pantalla. Recuerda, no obstante, amable visitante, que deberás cargar, como hasta ahora, con el monótono día a día del vidrioso y voluble autor de este almanaque, con sus noticias de pacotilla, con sus consabidas manías, con sus fábulas seniles, con sus pesadas pesadillas, con sus lágrimas de cocodrilo y con su eterno y sinsorgo piar. Advertido quedas.
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