miércoles, 10 de marzo de 2010

Subido en el árbol


Me iba dando la cabeza tumbos, metido aún en el dónde y el porqué de las emociones y la cultura, y me acordé entonces de algo que por escrito da apuro hasta contarlo. Es verdad, parece un cuento. Empezaré por decir que el otro día caminando por el bosque me detuvo el repentino revoloteo de un pájaro. No lo vi con claridad, pero poco después llegó su canto. Era algo nuevo, distinto de lo que nunca había oído, los gorjeos se repetían insistentes en una secuencia para mí irrepetible. Y puedo añadir también que eché entonces la mirada a lo alto y que allí subido en la rama del roble con su cabecita roja y su plumaje blanquinegro seguía a lo suyo, al galanteo, un flamante pico mediano. Este Dendrocopos medius es pariente del famoso pájaro loco, muy fiel a sus robledales y por eso cada vez más raro. Quizá no vuelva a ver otro y será difícil que escuche de nuevo aquellos trinos. Venden discos con un repertorio completo de cantos, de aves vulgares y exóticas, y está Internet claro, pero si me siento en la penumbra de mi cuarto y me pongo a esas escuchas, adiós sorpresa. Quizá hasta me sobrevenga la emoción, pero no será de oírlo sino de recordarlo. Sí, allí arriba, subido en el árbol.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El domingo pasado también pude escucharlo junto a las peñas de Irlintz... Es muy hermoso, ahora, en el anuncio de la primavera y es verdad que no admite repeticiones, todo el encantamiento está en oírlo por sorpresa...