domingo, 29 de agosto de 2010

La amistad cae en la red


Dos amigos pastando en el monte Arbilleta (Erro)

A Tobias Rangel le preguntaron una vez si veía los amigos como una ocasión de ocio o de negocio. Tobias, hombre de empresa, pero también hombre de mundo, comprendió pronto que lo llevaban al atolladero. Los viejos manuales sobre el recto proceder dicen -no sé si Gracián valdrá también para esto- que lo mejor en estos casos es una respuesta cortante, una respuesta que deje sin salida airosa al preguntón. Tuviera o no semejantes lecturas, Tobias se deshizo de la regla y le ofreció el beneficio de la explicación. «Amigo» le señaló en tono condescendiente, «planteas como disyuntiva lo que sólo es una alternativa. Y en el caso que propones, ni siquiera es una alternativa cerrada. Lo lógico sería decir que no veo al amigo como ocasión de ninguna de esas dos cosas. Pero diré más aún, propiamente no logro ver amigos, o sea distinguirlos de quienes no lo son. Soy capaz de llamar amigo a un perfecto desconocido como tú, como mero gesto de cortesía. Y, desde luego, no serías para mí objeto de ocio ni creo que acabemos haciendo negocios. Así que igual es el momento de plantearlo de otro modo, ¿qué es un amigo para ti?, ¿un socio generoso o uno más en tu Facebook?».

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