jueves, 19 de agosto de 2010

Los parientes circulares


Hay cosas que no se entienden sin enmarcar, cosas que necesitan verse inmersas en un cuadro. Las razones de nuestra preferencia cultural por el rectángulo son diversas.  Las más evidentes tienen que ver con sus características geométricas, y es que el rectángulo como figura plana reúne dos propiedades sumamente interesantes. La primera se refiere a la representación  de objetos en su interior. Una representación que viene facilitada por la sencilla localización de cualquier punto del área rectangular sin más que elegir una de las esquinas y  tomar un par de medidas lineales. La segunda se refiere al relleno del área rectangular. Si se usan como teselas rectángulos o cuadrados menores, no es difícil obtener una teselación que cubra el área completa.

Para resaltar estas virtudes del rectángulo podemos compararlo con otro tipo de figuras. En concreto, con una que se tiene por perfecta, con el círculo. Ahí la referenciación de un punto no es tan sencilla, ya que dos medidas lineales tomadas desde el centro no aseguran un punto del recinto circular. Por lo que se refiere a la cobertura o empaquetamiento del círculo con otros menores es necesariamente imperfecto. Si lo que se usa como cobertor son cuadrados, también se produce exceso o defecto en el área. Seguramente este hecho de que sea problemática la división del área circular en figuras regulares sencillas complica muchos usos, por lo que quizá haya que buscar ahí la explicación de su limitado empleo  en el diseño artesanal y arquitectónico.

Eso no significa que no haya tenido el círculo un reflejo importante en diseños de todo tipo. Es natural, por supuesto, que se presente en los que aprovechan algo de su geometría, como el caso de la rueda. Pero existen también objetos, por ejemplo los utensilios de cocina  (platos, ollas, etc.), en que la preferencia circular es manifiesta. Donde surge la sorpresa es en los casos en que las soluciones circulares aparecen como gratuitas o alternativas a las rectangulares. Es curioso observar cómo existen estas extravagancias en casi todos los órdenes del diseño. Sin ánimo exhaustivo nos conformaremos con cinco ejemplos.
1. En los juegos sorprende saber que ya en el siglo XI se jugaba con un ajedrez circular de características y reglas bastante similares a las del ajedrez convencional. Lo mismo sucede con el Tangram chino. Existen también juegos de campo que se disputan en un recinto circular.
2. En el caso de las viviendas, no hay que ir a las casas de los hobbits para encontrar las circulares. Las hay en casi todas las épocas, incluso actualmente en que se fabrican con esa forma muchas de las puertas acorazadas. Las ventanas circulares y los ojos de buey son más convencionales.
3. Otro caso en el que existen diseños circulares desde antiguo es el de los monumentos y edificios públicos. Templos como el romano de Vesta o el propio Panteón de Agripa serían conocidos ejemplos. Más próximo está el caso del Globe, el teatro circular isabelino en el que Shakespeare estrenó sus obras.
4. En otro orden distinto quedan los numerosos recintos amurallados y las trazas urbanísticas circulares, si bien estas últimas no llegaron a desarrollarse por completo hasta el siglo XX. En Sun City de Arizona tenemos un ejemplo.
5. Lo mismo que hay templos, hay bibliotecas circulares. Un poco más complicado ha sido diseñar mobiliario adaptable al esquema circular para la organización de sus estanterías. Aunque siempre se puede optar por locuras como la estantería ambulante de la figura.


Ajedrez circular
Grabado con The Globe
Archive II (2010), David García
Puerta circular en Beiking (2005)
Sun City (Arizona), Alex Maclean

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