Aubrey Beardsley, The Stomach Dance
Ilust. para Salomé de O. Wilde, 1907
Tras completar la bailarina su vuelo exultante y desvelarse con todo su brillo, se abrió él los pliegues, exhibiendo como una herida su priápico apogeo. Viéndose ella ante tan cruda circunstancia, aún acertó a decir: «Señor, puedo compartir vuestras razones, pero no vuestros deseos».
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