Si nada se consigue del todo, todo se reduce a saber que entendemos por nada o, por decirlo de forma más concluyente, el todo se acaba reduciendo a la nada. Pero si nos encontramos al final con nada, tampoco habrá nada por conseguir, luego conseguir tampoco significará nada. La cosa no mejora si empezamos al revés desde el principio: Si no todo no se consigue del todo, algo debe haber que no se consigue del todo. Un poco extraño, porque cualquier cosa debería conseguirse del todo, si no nada puede conseguirse y el propio conseguir se convierte en un empeño imposible o, por volver a lo mismo de antes, conseguir no significará nada.
Para salvar al verbo 'conseguir' y conseguir que mantenga su sitio en el diccionario vamos intentar desenredar el asunto. El enredo parece apuntar a una interesada confusión entre los dos significados de 'conseguir del todo'. La primera, más coloquial, vendría a equivaler a conseguir por completo, mientras que la segunda, más estricta, supondría obtener a partir de la totalidad. El guirigay y la conclusión anterior sobre su falta de significación son consecuencia de un trenzado, no muy hábil, en que se alternan ambas versiones. Y sí, es verdad, algo de lo que decimos hay, pero eso no consigue explicar el asunto del todo. Quizá porque, como se decía al principio, nada se consigue del todo.
¿Y porqué no basta lo apuntado para conseguir explicar todo? Porque 'todo' es un adjetivo problemático. Cambiando un poco de enfoque, algunos creen que para aclarar las consecuciones es mejor fragmentar: lo que no se consigue del todo se consigue en parte. En la jerga actual de los informes aparecen profusa y alegremente conseguir, lograr, alcanzar, obtener, triunfar; frente a estos verbos se multiplican los objetivos, metas, empeños, fines, programas. Como es difícil saber si un fin se da por alcanzado 'del todo', se divide en 10 niveles sucesivos. Pero el problema se traslada a los niveles, pues la misma dificultad se impone al establecer si damos por alcanzado el nivel 6 del fin propuesto. Claro que podríamos rebajar la denominación de la acción y hablar de cuasialcanzar, pero a costa de reconocer que no sabemos en qué nivel nos encontramos. Volviendo a lo de alcanzar o conseguir, la situación tampoco mejora, porque, si bien conseguir es palabra que tiene significado, no parece que sepamos cuándo estamos en condiciones de enunciarla.
En un informe que ahora mismo se está redactando en uno de tantos despachos, se recoge como una de sus principales conclusiones lo siguiente: Casi ningún objetivo de nivel superior a 8 se consigue a plena satisfacción, podríamos quizá decir que casi se consigue. No sabemos si el informe tendrá lectores o sólo devotos de los objetivos. Si cuenta con lectores, les quedará como tarea pendiente: ¿Cómo saber lo que se ha conseguido? ¿Cómo saber si se ha conseguido? ¿Cómo saber si vale algo lo que decimos que sabemos?. Lo peor de estos interrogantes no es que quiebren nuestra confianza en 'conseguir', lo peor es que siembran la desconfianza en el 'saber'. No sé si llegado a este punto habré conseguido completa y verdaderamente explicarme. En realidad, ¿cómo saberlo?
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