Es Resurrección Mª Azkue el que recoge, creo que en su Euskalerriaren Yakintza (1935-47), la tonada que en los valles de Baztan e Imotz se cantaba en tal día como hoy:
San Simon eta San Juda San Simon y San Judas
joan zen uda, eta negua heldu da el verano se fue y ha venido el
[invierno
Aparte de los apóstoles que el santoral señala, el día 28 de octubre fija la divisoria entre las dos estaciones del mundo rural vasco, el verano y el invierno. Por su etimología las otras dos (en su versión más común udaberria y udazkena) se tomarían por inicio y prolongación del estío.
Actualmente los ciclos estacionales se rigen estrictamente por el año astronómico, con sus equinoccios y solsticios, pero es difícil que algunas de estas fechas se establecieran con precisión en otras épocas. Los solsticios, más fácilmente reconocibles por la duración del día, sí parecen haber sido sido celebrados desde antiguo, en particular el de verano, con San Juan como día grande. No así los equinoccios, por lo que los inicios de la primavera y del otoño actuales probablemente pasaran desapercibidos. De hecho el ciclo solar queda tan levemente reflejado en el antiguo mundo que no hay constancia de una fecha de comienzo de año.
A este ciclo se sobreimpone con mayor rotundidad el lunar, que actúa como el verdadero regulador de tiempos en la montaña vasca. Podría tomarse como prueba el hecho de que el comienzo del ciclo agrario ha quedado asociado al ciclo lunar en muchos lugares con los festejos de carnaval. Para el paso al invierno existen dos fechas reconocidas, aunque separadas por algo más de un mes, a saber San Miguel y los santos Simón y Judas. El primero representa la figura del gran protector ante la llegada de los meses oscuros, mientras que esta segunda fecha tendría un relieve menos mítico y más cercano al fin del ciclo veraniego en el antiguo calendario lunar.
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