Árbol fractal Julius |
Acogidas a esa fórmula que se inicia con un «es como si», algunas de estas metáforas de proyección científica han resultado ser de ida y vuelta. El árbol, por ejemplo, es un sugerente objeto, cuya figura ha dado lugar a múltiples ideas, entre ellas el desarrollo de genealogías o la jerarquización conceptual a través de nudos y ramas. En Matemáticas, siguiendo estos patrones, el árbol se asocia a un tipo bien definido de lo que algebraicamente se conoce como grafo. Tanto este concepto como los esquemas anteriores no dejan de ser proyecciones metafóricas del objeto original. Lo curioso es ver de vuelta al árbol, sujeto a descripción conceptual mediante un diagrama arborescente y definido para la ocasión por un grafo semántico, que va mostrando a través de cada rama las funciones que rigen en su desarrollo fisiológico. El ciclo parece haberse cerrado cuando ese árbol metaforizado, transmutado en un modo de generar abstracción, retorna al árbol original para acabar de definirlo. Puede que el árbol se pueda explicar por medio de una definición precisa, pero gana mucho cuando, en una sorprendente pirueta, se vale de su capacidad metafórica de evocación conceptual para explicarse a sí mismo. De un modo similar, los humanos solemos encontrar en la imagen que las metáforas ofrecen de nosotros nuestra mejor explicación.
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