sábado, 3 de abril de 2010

Dos preguntas para Harry


Para Miguel

No podía ser de otra manera y de nuevo se nos ha escapado vivo el gran Houdini. Su onomástica fue hace diez días, el 24 de marzo. Ese día de 1874, nacía en Budapest como Ehrich Weiss. Sabía yo, y él quizá lo buscaba, que de seguir tan huidizo acabaría en el olvido. Cada día hay que estar más vivo para retener su memoria y evitar que su nombre se esfume. Pero aún se puede llegar a él, remontando su portentosa estela de fugas, esa cadena prendida a encendidas ilusiones, a noches de teatro y fantasía. Por razones de edad no pudimos tener trato, pero tengo un interés casi infantil por sus hazañas. Año tras año pasa esta fecha y me voy convenciendo de que no daré con él, de que espiritualmente me elude. Ese día lo intento a la luz de las doce velas, y el contacto siempre se pierde en un susurro entrecortado de palabras y últimamente en una enigmática clave emitida en el trance más oscuro. Imagino que no quiere volver. No queda más remedio que asumir su fuga como un desdén personal, como un desaire calculado y como una pérdida. Por eso se le echa tanto en falta.


Una pérdida, sí. Aunque sigo creyendo que la pérdida de quien se pierde a voluntad nunca será irreparable. Sin demasiada convicción tecleo la clave que tras la última sesión me entregó la medium. La pantalla se queda de repente en blanco, puede que sea el momento. Aprovecho un parpadeo, y demando esperanzado al vacío:
—Harry, si estas ahí en el éter, háblame. No sabemos dónde fuiste, y peor, no sabemos a dónde llevaste tus secretos. Hazme tu confidente. Seré generoso con tus trucos, los verás otra vez sembrando ilusión en plazas y teatros, recorriendo pueblos y ciudades, y hasta en las cátedras haré que se enseñen tus escapatorias. Piensa que allá donde vas todo esto es vana ilusión, que no te dará para vivir. Aunque, allá tú, si de verdad quieres seguir muerto, pudiendo de mi mano volver directo a la gloria. Tampoco te va a valer para nada semejante bagaje en ese nuevo mundo donde todos parten de cero. Allí serás por fin libre, así que haznos aquí dueños de tus secretos y llaves. Mira, es muy aburrido este juego de vivir encerrados entre cuatro pantallas. Fíjate, con qué clase de ilusión nos someten. Desde aquí te lo digo, lo que nos dan en pantalla a diario no vale nada comparado con tu sonada fuga, sí la de la caja de tortura china. Aquella huida de la urna disparó nuestra atrapada imaginación, mientras que estas ilusiones de hoy la ahogan. Necesitamos salir, a toda costa, y sólo tu estás en los secretos. Dos preguntas, te lo ruego. A ver, para salir de nuestro odioso encierro, ¿qué hemos de sacar primero, los pies o la cabeza? Y otra cosa, más importante. Al otro lado del cristal de la urna, ¿nos ven o nos esperan?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, soy yo, Harry.
No tengo tu móvil, pero respondo con gusto a tu demanda. Respecto a la primera: Hay que salir de cabeza, por supuesto, como los niños. En cuanto a si te ven o te esperan, no te preocupes, porque al otro lado nunca hay nadie.
Saludos etéreos.