Alguien pensó que lo del patriotismo constitucional se quedaba corto y optó por la directa, por el fanatismo patriótico. Unos visten el truco como magia blanca, con el encanto de los malabaristas pedales; a otros les puede el estado de fervor y lo intentan contagiar al resto como un acto solidario con el que reivindican la sana pedagogía política; y en último grado están los cínicos, los que tras abominar de los de fuera sin ningún miramiento, proclaman engallados los altos valores morales exhibidos por los suyos frente a la competencia. Las viejas y denostadas tribus de boina calada contemplan divertidas y asombradas los desmelenados furores que este año gasta la nueva tribu del graderío por hacerse con el patio y el mercado patriótico. Sin peroratas melancólicas, sin complejo de culpa, sin constitución que valga, el nuevo fanático nace por el precio de una camiseta, la roja.
lunes, 12 de julio de 2010
Los ameláncolicos
Alguien pensó que lo del patriotismo constitucional se quedaba corto y optó por la directa, por el fanatismo patriótico. Unos visten el truco como magia blanca, con el encanto de los malabaristas pedales; a otros les puede el estado de fervor y lo intentan contagiar al resto como un acto solidario con el que reivindican la sana pedagogía política; y en último grado están los cínicos, los que tras abominar de los de fuera sin ningún miramiento, proclaman engallados los altos valores morales exhibidos por los suyos frente a la competencia. Las viejas y denostadas tribus de boina calada contemplan divertidas y asombradas los desmelenados furores que este año gasta la nueva tribu del graderío por hacerse con el patio y el mercado patriótico. Sin peroratas melancólicas, sin complejo de culpa, sin constitución que valga, el nuevo fanático nace por el precio de una camiseta, la roja.
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