lunes, 2 de mayo de 2011

Muerto o muerto


Trofeo de velociraptor (versión Jurassic Park)
Desde las antenas nos invitan a que juzguemos, un poco a bulto, si no es digno de absolución y olvido un asesinato de estado que consigue milagrosamente que, con un solo hombre menos, tengamos todos un mundo más seguro. La ecuación es tan ventajosa que parece despejar cualquier posible duda. Ahora sólo se necesita que esa cuota de sangre, por la que obtenemos un beneficio social tan solicitado electoralmente como la seguridad, no quede como un juego de contragolpes, sino que parezca un acto jurídico. Claro que, si el clamor es tan unánime y la justicia dice haber encontrado tan amplio plebiscito, ¿para qué, se preguntan, recurrir a los principios?

Frente a las cámaras, un ciudadano simbólico dictaminaba «finalmente se ha hecho justicia». Nadie duda que ha habido una acción, con más aspecto de criminal que de bélica, y que ha acarreado un acto, pero la duda más seria reside precisamente en saber si ha sido guiado por la venganza o por la justicia. Si esta distinción poco importa, bien podría ese portavoz «popular» decir que se ha consumado la venganza o, en términos más operativos, que se ha finalizado el «trabajo» o rematado la «faena». Un tono que dejaría ese acto más cerca de la justicia mafiosa, o de la divina, que de la de un estado dotado de tribunales. Así que convendría aclarar qué autoridad terrenal lo ampara, porque, si como dicen se ha hecho justicia, habrá que preguntarse dónde estaban sus jueces, cuyo mandato es hacerla o impartirla. Ya me gustaría ver a esos funcionarios demandando mañana a los de la espada redentora por intrusismo profesional, en vez de escurrirse declarando que «lamentablemente los hechos se han producido fuera del ámbito de nuestra jurisdicción».


Addenda: Hoy 3 de mayo, leo en El País como noticia de última hora: «Eric Holder, fiscal general de EE UU, sigue hablando ante la Cámara de Representantes, y da un respaldo firme a la operación que acabó con la vida de Bin Laden. Ha asegurado que fue "legal, legítima y apropiada"». Según parece, ha llegado la hora de echarle a la operación algún ropaje decoroso por encima, aunque quede como un adefesio legal.

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