miércoles, 30 de junio de 2010

Memorias de caballo


 Mirar a la cara, Sulaco_rm

Cuando el general George A. Custer, después de larga cabalgada tras el indio, se apeó de su caballo, se oyó decir al cuadrúpedo enfurecido: «Con éste a cuestas siempre acabamos donde nadie nos llama y si pienso a qué hemos venido hay dos patas que siempre me sobran».

Al ver salir a la infantería camino de la batalla entre el sonido de pífanos, el redoble de tambores y el estruendo de la artillería, los caballos del escuadrón de lanceros, que pastaban tranquilamente en un prado cercano, se miraron entre sí confiados y esperanzados.

Aunque Atila creyera lo contrario, nunca le gustó a su caballo galopar arriba y abajo por las anchas y desnudas praderas como una fiera ansiosa de victorias, sino que desesperado sólo trataba de encontrar una mísera brizna de hierba que echarse a la boca.


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