—Dentro de la confusión que rodea aún el caso, hemos oído en boca de la testigo, partícipe además de los hechos, auténticas desmesuras que estamos obligados a confirmar. Por eso es crucial que describa su versión a este tribunal con algún detalle. Y aprovecho para recordarle su sagrado juramento.
—Pues verá. Hubo palabras amables, gestos de cariño, creciente efusión entre besos y abrazos, escarceos por los pliegues, intenso roce y estremecimiento, un galope turbador, y un final entre la precipitación y la locura.
—¿Hubo entrega?
—Absoluta.
—¿Hubo goce?
—Mutuo.
—¿Hubo algún acuerdo, quizá económico, que deba conocer esta sala?
—Sólo repetirlo para volver a gratificarnos, pero ese día ya no hubo más, señoría.
—¿Sabe a qué se enfrenta?
—Creo que sí, pero nada temo; confío que su veredicto sea justo y soportable.
—Pues bien, este tribunal considera de justicia que pueda esta comunidad aprovechar y participar de sus singulares y confirmadas dotes eróticas por espacio de un mes. Con este fin quedará Ud. durante ese período a disposición del Departamento de Bienestar Público, donde ejercerá como asistente eyaculador en los tratamientos de goce terapéutico. Por esta tarea el Departamento le asignará y le librará los correspondientes emolumentos.
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