lunes, 14 de febrero de 2011

Juego de máscaras



La máscara oficial de V de Vendetta se cotiza hoy en su versión económica a unos 8 dólares. El producto parece estar teniendo buena salida en el mercado. No sería capaz de calcular el precio que alcanzaría la «máscara de chileno», propia de carnavales, que se exhibe en el Museo de Artesanía de Cuzco. Ya sé que son mercados diferentes, pero las máscaras son sospechosamente parecidas. Lo que se ha vendido con la película V son las andanzas, muy bien edulcoradas, de una fratía católica que en 1605 perseguía la idea de volar con explosivos las Casas del Parlamento londinense con todos sus inquilinos dentro. No consta que con ese fin se enmascararan. ¿De dónde ha salido, pues, la máscara de Guy Fawkes y de dónde su diseño?


Si volvemos a Cuzco, la historia cambia, pero las claves para la identificación del diseño aumentan. A esta máscara peruana habría que alinearla junto a las de las figuras diabólicas que se exhiben en carnaval. La personificación del mal sería en este caso «el chileno», pero no el genérico ciudadano sino el oficial chileno. La máscara nos obliga a remontarnos a la contienda entre chilenos, peruanos y bolivianos que va de 1879 a 1883. La tez blanca, el estilo de bigote y perilla así como sus ojos azules nos hablan de gente europea, de franceses más concretamente enrolados como oficiales en aquel conflicto. El personaje es buena prueba de que las gentes del Cuzco guardaron de ellos un temible recuerdo. El carnaval, como ocasión de sacudir miedos, la llevó a las calles creando el personaje denominado «el auqa (enemigo) chileno». En cualquiera de las dos direcciones el personaje  de la máscara soporta mal esa aureola de héroe desinteresado y anónimo, que tanto y tan bien se vende en las últimas subastas ideológicas.


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