De nada puede valer un perfil del autor si no deja ver su intención. Si ésta no es buena ni clara, el perfil poco va a decir de él, y lo que diga nada aclarará.
Al penetrar en esas atmósferas creadas ex profeso para dar impulso a lo transcendente e inspirar con alguna visión la entrada en mundos sutiles, uno piensa en el esperanzado vidente que, sumido en ese ambiente de recogimiento y atraído al abismo de su dañada conciencia, pronto se convierte en cautivo, en adicto a esos estados de entreluces permanentes. A la promesa inicial de que en medio de esas sombras su espíritu se edificará lentamente, le sigue el peso creciente de esa armadura que intangible y oscura se le implanta. Todo ello debería ser suficiente aviso como para hacerse a la luz natural del día, a esa claridad frágil pero intensa que sigue reanimando primaveras.
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