miércoles, 16 de marzo de 2011

Despedida y pago


Suelen los novelistas contar que, pasados los dolores que conducen al parto, sus personajes avanzan a lo largo del relato por todas las encrucijadas y encuentros ganando en autonomía, y que al final cobran incluso vida propia. Por eso cuesta entender que, disponiendo a su libre arbitrio de estas identidades colaboradoras, mucho más fascinantes y poderosas a veces que la del propio narrador, casi nunca merezcan del autor gesto alguno de reconocimiento. No haría daño a la fábula que después del desenlace se deshiciera la trama hasta los flecos y que sus marcados rasgos poco a poco se desdibujaran. Con la obra desleída podría el autor del engaño dar por fin el debido crédito a sus ayudantes e intérpretes, a los que el lector vería de ese modo despedirse y perderse lentamente en esa ocasional colección de páginas.

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