De nada puede valer un perfil del autor si no deja ver su intención. Si ésta no es buena ni clara, el perfil poco va a decir de él, y lo que diga nada aclarará.
Uno puede mirar los pies sobre los que se alza como si se tratara del último resto visible de su infancia. Puede que entonces comprenda más fácilmente cómo le marcan su camino. Vaya donde vaya su cabeza, sus piernas le irán convenciendo de que todo encuentra su impulso allá abajo, en esos diminutos motores. Manteniendo esa convicción infantil siempre tendrá presente su pasado. Es más difícil entonces perder la cabeza en senderos paralelos, porque uno ya sólo entiende su camino sin despegar de la tierra sus pies.
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