domingo, 21 de noviembre de 2010

Al pie de un nogal



Es ya leyenda entre las gentes de la mecánica el artilugio con el que Medardo Fetucci se exhibía ante los asombrados campesinos en tierras de la Umbria. Queda constancia de la máquina atendida por el propio Medardo y servida como fondo rústico en un óleo  que, por encargo de los duques de Urbino, pintara frente a su castillo hacia 1570 el inimitable Tolentino. Para su época resultaba avanzado que el fuelle de madera, gobernado a dos manos desde el suelo con un ingenioso sistema de pinza y doble resorte, alcanzara cómodamente la más delicada y deliciosa fruta del árbol, la que madura en las alturas y que hasta entonces sólo era accesible a gigantes. Cuentan que el invento fue la atracción de todas las ferias. El éxito fue tal que Medardo nunca pudo dedicar un tiempo a conseguir el mejor gobierno del complejo aparato, que en ocasiones reaccionaba de forma errática.

La visita a los dominios del duque de Urbino, por su importancia y urgencia, volvió a alterar los planes de adiestramiento pendientes. Aún así, nada más llegar a la finca solicitó permiso para plantar la máquina bajo un frondoso nogal. Cuando al día siguiente, en presencia de numeroso público, se aprestaba tembloroso y jadeante a situar la caprichosa pinza frente a una de las nueces, siempre bajo el control de sus manos sudorosas, tuvo el duque la amable ocurrencia de dar esparcimiento bajo el árbol a su pequeño mono. Como si la pértiga de Medardo no tuviera otro fin que ir señalándole piezas, no hubo nuez que aquella bestia famélica no se comiera. Descargado el nogal de este modo de todo su fruto, aún hubo Medardo de desmontar pacientemente su portentoso dispositivo. En estas estaba cuando el duque se acercó a ver lo que había conseguido recoger, pero Medardo no pudo sino mostrarle un cesto vacío. Divertido por el desenlace del desafío, se inclinó el duque para recuperar de manos del mono la última nuez. Mostrándosela le dijo entonces: «Maese Medardo, si de dos manos se recibe lo que no logran dar tres, o bien os sobra una o bien os sobran las tres».


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