Geoges Lerroux, L' enfer (1917-18) Imperial War Museum, London |
La memoria de aquellos hechos duró poco. Quedaron los campos llenos de cruces y lápidas, y muchas plazas de pueblo, en Francia y en otros países, presididas por un sencillo monolito a los desaparecidos en la gran guerra. Quedan los monolitos, pero ya no existen ni supervivientes ni coetáneos de la tragedia, y cunde la desmemoria. Sin embargo, no faltan testimonios. Sería difícil que semejante brutalidad no hubiera encontrado reflejo en los relatos privados y públicos, y también en el análisis histórico. En el cine, que ha sido el educador moderno de multitudes, ha tenido una recreación confusa. Para dar cuenta de aquello sobran protagonistas y héroes, algo que parece contravenir el fundamento económico de esta industria. El drama de toda esa multitud, arrancada de su medio natural, atrapada en una ratonera, mantenida en silencio y a la espera de su turno fatídico, debería de ampliarse con el drama personal. En su soledad, unos apelaban a obsoletos principios mientras otros imploraban con urgentes plegarias, casi todos para aplacar o elevar el ánimo, según vinieran dadas, y sobre todo para dejar atrás el miedo y encarar decididamente la muerte.
En la famosa secuencia que abre Paths of Glory, la película de Stanley Kubrick, vemos cuando menos reflejado el drama colectivo -el drama personal se incuba en ella, pero se desarrolla y presenta en las secuencias finales. De entrada somos recibidos en un escenario completamente abrumador: El coronel Dax pasa revista a sus hombres que apostados en la trinchera esperan la orden de asalto. Son muchos los que creen que, con los avances hoy disponibles para el trucado de imágenes, sale ganando el verismo y que finalmente el drama no es más que una ilusión visual en la que nos vemos o no envueltos dependiendo de los medios al alcance del artista. Sigo viendo esa secuencia y, pese a que no me salpica el barro ni la sangre, contemplo con horror el momento del salto. Tanto como las imágenes, me sobrecoge su banda sonora: el fondo inicial es como de tormenta, con estallido de obuses perdidos en la lejanía; el amedrentamiento general se ve finalmente sacudido por el salto, entonces un griterío enardecido y desesperado acalla el sonido del silbato; la artillería comienza a ser más precisa y las explosiones se confunden con los gemidos de las primeras bajas; en cuanto el avance parece ahogarse, el silbato suena con su llamada recurrente; al rato los combatientes, ensordecidos por el zumbido de obuses, empiezan a oir cercanos los silbidos certeros de la fusilería y el tableteo arrasador de las ametralladoras; apenas voces, podemos imaginar a lo sumo gritos entrecortados, restos de jaculatorias, nombres e imprecaciones, a modo de despedida.
Paths of Glory (1957), Stanley Kubrick. Secuencia inicial.
http://www.youtube.com/watch?v=gPtVNDvwGMo
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