sábado, 23 de abril de 2011

Desde la inercia


Marcas postales de Pamplona (s. XVIII).
Enciclopedia Auñamendi
Los despachos de los corresponsales de prensa siguen incluyendo en su encabezado, junto a su nombre, el del lugar de origen y la fecha de la noticia. Siguiendo la misma regla, la mayoría de los escritores encabezan en sus diarios las entradas citando la localidad y fecha en la que escriben. Esto da pie a un recorrido que, a lo largo de las páginas, puede resultar fascinante: Venecia, Salónica, Cochabamba, Buenos Aires, Alejandría, Berlin, New York... Más modestamente, en día como hoy, mucha gente habrá encabezado sus impresiones de viaje de igual modo, e incluso, para dar fe de su presencia allende, habrá incorporado una instantánea en la que posa relajado junto a una estatua o un monumento local. Estos usos se han visto trastocados en los blogs, donde se mantiene la fecha, mientras que la localización ha sido sustituida por un título más o menos anodino. Por complicado que resulte titular las entradas, esa nueva convención en el encabezamiento no deja de suponer un alivio. De seguir en el antiguo régimen, me vería ante la tácita exigencia de registrar un día tras otro, en cabeza de mis entradas, y obsesivamente: Pamplona, Pamplona, Pamplona,... No hay nada más absurdo que este tipo de crueldades convencionales y gratuitas, sobre todo cuando recargan esa sensación de ahogo que va madurando uno mismo.

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