Analizar es imponerse cierto grado de penetración, libre de prejuicio o temor, en algún cuerpo de conocimiento. El bisturí puede darse por bien empleado cuando sin daño irreparable, es decir sin dar lugar a equívocos, se alcanza el meollo de las definiciones. Este imaginado cirujano suele mostrarse cómodo y aseado en labores superficiales, en aquellas que no exigen desmembrar o identificar nudos complejos. Más difícil le resulta la tarea cuando el conocimiento abarcado quiere ser profundo y general, y más aún cuando la propia tarea obliga a definir el objeto de esa tarea. Es como si en esa situación el cirujano se viera lentamente sumido en un agujero insondable que reclama nuevos instrumentos con tan solo las viejas destrezas. Los más complejos de analizar serían los casos en que el propio proyecto obliga a definir la voz o la expresión que lo identifica. Entre los más comunes estarían los diccionarios, las enciclopedias y en cierto modo también los almanaques.
Quedándonos en los primeros, si uno acude a buscar la voz «diccionario» en los diccionarios más comprensivos, puede quedar francamente decepcionado. Basta observar el caso del DRAE, donde únicamente constan estas dos acepciones:
1. m. Libro en el que se recogen y explican de forma ordenada voces de una o más lenguas, de una ciencia o de una materia determinada.
2. m. Catálogo numeroso de noticias importantes de un mismo género, ordenado alfabéticamente. Diccionario bibliográfico, biográfico, geográfico.
Si no supiéramos lo que es un diccionario, creo que difícilmente nos haríamos idea de qué tenemos entre manos, pero como en general lo sabemos, quedamos más bien confusos ante las referencias a «libro», a «catálogo», a «noticia importante». Es cierto que el criterio ordinal se señala en la segunda, pero nada se dice de ese orden alfabético en la primera, lo que daría a entender que cualquier orden vale en los diccionarios y que los habitualmente usados deberían ser precisados como diccionarios alfabéticos, dejando así muy amplio espacio semántico a otros posibles órdenes que aún desconocemos.
Creo que el propio diccionario de la RAE encaja mal en la segunda acepción y muy vagamente en la primera, donde sólo tolerando cierta holgura semántica —improcedente en este tipo de obras— se puede confundir «explicar» con «definir» y dejar «ciencia» o «materia determinada» en tan triste situación que ni al propio diccionario ampara.
Sabe mal afear por contraste, pero quisiera dar cuenta de que la tarea de definir «diccionario» ha sido afortunadamente posible. El diccionario Merriam-Webster propone cuatro acepciones, la primera de las cuales (probablemente la más precisa) traduzco:
Fuente de referencia en forma impresa o electrónica conteniendo palabras normalmente en orden alfabético junto con información sobre sus formas, pronunciaciones, funciones, etimologías, significados y usos idiomáticos.
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