miércoles, 5 de mayo de 2010

Estados más Generales


Apertura de los Estados Generales en Versalles el 5 de Mayo de 1789

La convocatoria de los Estados Generales proponía como asunto primordial uno insistentemente repetido en los cuadernos de quejas de los diputados del común: la aprobación del derecho general al placer y una decidida proclama de conjura y rechazo del dolor. Así que cuando Necker, como árbitro mayor, tomó la palabra, se hizo en la gran sala un silencio absoluto. «Por venir de donde viene» adelantó, «el placer resuena en todo nuestro cuerpo con un registro profundo». En ese momento, desde el fondo de la sala se oyó la airada voz de un espontáneo preguntando «¿Y de dónde viene, pues, Señor?». «Del oscuro averno» contestó un clérigo de inmediato, «de nuestras exhaustas arcas» le replicó irónico un noble, «de embestirlas a pelo» respondieron los del común al unísono. Por evidentes y dispares, pronto estas posturas arruinaron cualquier posible acuerdo. Aún así los representantes de los tres estados se mantuvieron pacientemente en su tarea y prolongaron durante días la encendida disputa. Temiendo que se ejerciera en este punto también el derecho de soberanía y se cerrara el debate con desprecio de la mayoría, acabó subiendo al estrado en representación de los comunes el doctor Guillotin. Apenas necesitó un minuto para proclamar directamente con aguda y meliflua voz su lapidario lema: «la asunción del placer será una prioridad inequívoca para nuestra asamblea, pero esa anestesia gozosa sólo podrá alcanzar a aquellos cuerpos en que la complacencia general resuene, donde no resuene la anestesia será tajante y fulminante».

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