A la salida del recto el destino de toda ventosidad es siempre confuso e incierto: lo que aflore atrapado quedará por la rosa de los vientos y presto siempre a volar llevado por las corrientes como un aéreo juguete invisible, tornadizo y fétido.
viernes, 31 de diciembre de 2010
Valga un último desliz
A la salida del recto el destino de toda ventosidad es siempre confuso e incierto: lo que aflore atrapado quedará por la rosa de los vientos y presto siempre a volar llevado por las corrientes como un aéreo juguete invisible, tornadizo y fétido.
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Con plomada
A la estupidez hay que aplicarle la teoría del tentetieso cuyos éxitos dependen del aplomo que lo mantiene erguido y de su facilidad para regresar tras la deriva.
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jueves, 30 de diciembre de 2010
Conjunción feliz
La ciencia tiene aspectos sugerentes que no siempre quedan suficientemente realzados. A veces se da una feliz conjunción entre los conceptos y su expresión. Sucedió en el siglo XVII cuando se empezó a dar expresión gráfica de la relación funcional entre magnitudes mediante curvas. Más recientemente algunos programas de dibujo han permitido ofrecer de manera instantánea la representación gráfica de curvas y superficies basadas en esas relaciones, prácticamente sin restricciones. A las formas resultantes no se les puede negar en muchos casos la condición de artísticas. De hecho algunas han servido de inspiración a arquitectos y artistas plásticos en sus obras.
Superficie de Riemann generada con Mathematica 6.0 |
La gráfica que abajo se muestra tiene un efecto seductor para el lector, incluso para el lego en genética. La elección del círculo permite reunir y concretar la complejidad de las relaciones en un área prefijada, dejando abiertas múltiples claves de variación (colores, curvas, referencias exteriores, etc). El caso presentado es el de la relación entre los genomas de dos especies, el hombre y el perro, abarcando todos los cromosomas humanos y restringiéndonos a uno solo en los caninos. En el semicírculo superior, y rodeado de un arco azul, se reflejan con distintos colores y tamaños, los 23 pares de cromosomas humanos. Se muestran ordenados, de forma que el primero es el de más la derecha y el cromosoma X el situado a la izquierda en el extremo contrario. En el semicírculo inferior, rodeado de un arco naranja, se presenta la expresión genómica del segundo cromosoma del perro, ordenada de izquierda a derecha y con una gradación alusiva a sus segmentos impresa. La figura establece la relación de homología entre cada uno de los cromosomas humanos y los distintos segmentos de este cromosoma canino mediante, curvas que parten, cuando tal relación existe, de puntos del semicírculo superior tomando el color del cromosoma de partida para acabar en aquella zona del semicírculo inferior donde se encuentra un segmento homólogo. El resultado presenta este aspecto.
Comparación del genoma humano y del segundo cromosoma del perro |
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ciencia
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Obra menor
J. I. van Ruisdael, Pantano en un bosque al anochecer (1660) Museo de Bellas Artes, Bilbao. |
Cuando las encuentres, no des cuenta de ello ni gastes retórica, porque no tienes que justificar tus emociones; no te recrees como si fueras su maravillado descubridor, porque otros antes que tú también se fueron en el secreto. Tan solo habrás hecho destacar el día entre el gris de la rutina, como aquel en que fuiste a Bilbao a pasearte por el Museo de Bellas Artes. Tampoco sabrías indicar en qué sala se encuentra, porque te salió al paso, un cuadro pequeño, una floresta enmarañada y entreverada con verdes oscuros. Había reflejos en el pantano del fondo, contraluces anaranjados en el cielo y las copas de los tortuosos árboles azotadas por el viento: un ambiente entre agobiante y sombrío, un refugio inhóspito y sospechoso, una noche de sombras mayúsculas con luces sembradas de desasosiego.
martes, 28 de diciembre de 2010
Aquellas palabras vibrantes
La domesticación de ciertas metáforas, que se incorporan desactivadas al uso lingüístico regular, pone de manifiesto la progresiva amortización de su nervio transgresor y cierta devaluación emotiva de la expresión oral. Coincide además con el ascenso y el traslado de ese exigente papel de las metáforas a las imágenes en su expresión visual. Todos los matices de esa pérdida, y también del conflicto entre lo oral y lo visual, parecen quedar reunidos cuando desde un rostro impasible, casi marmóreo, se emite la expresión «ardo en deseos» a modo de latiguillo neutro y convencional. Nadie en su sano juicio esperaría ver surgir llamaradas desde el poste emisor, pero sí quizá cierta complicidad con las palabras e incluso algún gesto de ansiedad o un atisbo de emoción.
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metáfora
lunes, 27 de diciembre de 2010
Turno de paralíticos
Bosque de Arriaundi (Larumbe) |
En una encrucijada hay veces que no sabes a ciencia cierta cuál será la dirección correcta. Esas veces suelen repetirse y en todas ellas las direcciones parecen siempre demasiadas. Reconforta un poco saber que para ayudarnos a elegir tenemos cinco sentidos, si bien resulta decepcionante carecer de un órgano de decisión infalible para estas urgencias. Al paso nos salen para salvar la situación augures y guías que con su sexto sentido prometen sacarnos airosamente del apuro. De estos también hay demasiados y todos se aplican a apurar en nuestro apuro. Pero apurarse con una decisión de la que nunca sabrás a ciencia cierta si fue correcta, a menos que discurras hacia mundos paralelos, es ceder a una enfermiza especulación sobre futuros. Para eso mejor que te valgas de tu propia intuición y, en vez de trazar tu futuro a tiralíneas, te atrevas a despejar el azar y a afrontar, con aciertos y equivocaciones, la historia que compartes con los demás, y con tus cinco sentidos intentar sentirla como tuya.
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domingo, 26 de diciembre de 2010
Renovando maneras
La llegada de estos últimos días del año suele crear, con ayuda de rituales casi siempre parejos, ilusiones de renovación, que en algunos casos se hacen depender de la enmienda de nuestros persistentes defectos. Se trata de errores comunes, bien conocidos y cómodamente asentados, cosas que forman ya parte de nosotros y que aceptamos con indulgencia, pero que los demás malamente toleran, seguramente porque no consiguen verlos a nuestro modo. Ante esta situación sólo cabe pedir al resto del mundo que nos permita continuar siendo insoportables o emprender una intensa campaña pedagógica para convencer, aunque sólo sea a los más allegados, de que compensamos esos fallos con las innumerables virtudes que nos adornan. Si no fuera ese el caso o así no lo vieran, o peor si no hubiera adorno alguno con el que exhibirse, no nos quedará otra que aceptar nuestra tara e intentar corregirla resignadamente. Un proyecto apasionante, un plazo de un año para resucitar buenas maneras y llegar hasta el siguiente, en el mejor de los casos y por estas fechas, con nuevos y más irritantes fallos. Metidos a esta dinámica de permanente reestructuración por esa vía anual de la regeneración ética, uno debe seriamente preguntarse si los demás estarán algún día dispuestos a aceptarnos de otro modo a como somos, si no estaremos incurriendo en el fallo por sus constantes cambios y si no nos estarán exigiendo, de por vida y como perfección, la obligada adaptación a su entorno cada vez más exigente y extraño.
sábado, 25 de diciembre de 2010
El último
Olentzero. Dibujo de Montes Iturrioz |
Un estruendo de pucheros llega estos días hasta los confines de la montaña y apetitosos efluvios suben y persiguen en su abnegada labor a quien malamente aguanta allí las inclemencias del año, casi tan viejo a estas alturas como él. Trampea por esos parajes, a vueltas con el carbón, tozudo e incansable, Olentzero es además el último en volver. Abajo nadie sabe dónde anda, arriba nadie sube a buscarlo. ¿Campanas? Sí, ya las oye. ¿Cocinas? Tiene contadas dieciseis. Lo que son los curas, el párroco ve a este desarrapado entendimentu gabea (vamos, falto de seso), pero no todos lo creen.
A medida que el fuego crepita y el humo se escapa, la gente va sentándose a la mesa. Se come, se habla y se va haciendo gana, hasta que llega el cordero. Ahí Olentzero se pone en pie y con un vaso de vino en la mano se dispone a hacerle los honores: «Nada aprovecha mejor que un cordero en su sano gusto. Con él renovamos huesos, carnes y sangre, con él acaban las pasadas flaquezas y empezamos a recuperar el ánimo para lo que sea de venir». Cerrada la jaculatoria, algunos responden jaleando Olentzero buruhandia, entendimentuz jantzia. Este rito de revitalización es muy simple de entender, para todos salvo para el párroco. El carbonero es cabezón, pero no le faltan entendederas…, ni tremendas tragaderas.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Tregua de Navidad
El 5 de enero de 1915 daba cuenta el North Mail de lo sucedido en plena guerra, en territorio francés, en alguna de las trincheras del frente de combate. La carta allí escrita por el recluta Frederick W. Heath ha sido repescada y transcrita recientemente por Marian Robson, que la ha incorporado al sitio christmastruce.co.uk. He intentado aquí la traducción aproximada de uno de sus párrafos más significativos:
«Llegó el amanecer, dibujando el cielo de gris y rosa. Bajo las primeras luces vimos a nuestros enemigos moverse temerariamente por lo alto de sus trincheras. Menudo coraje tenían, no buscaban la seguridad del refugio sino una invitación descarada a que les disparáramos y matáramos con certeza mortal. Pero, ¿disparamos? ¡Pues, no! Nos levantamos y llamamos a los alemanes. Luego vino la invitación a salir de las trincheras y juntarnos a mitad de camino.
Algo cautos nos quedamos atrás. No así los otros. Ellos echaron a correr en pequeños grupos, con las manos levantadas por encima de sus cabezas, pidiéndonos que hiciéramos lo mismo. No pudimos resistirnos a semejante llamada por mucho tiempo – además, ¿no estaba el valor hasta el momento todo en un lado? Saltando sobre el parapeto, algunos de nosotros avanzamos hasta los alemanes que llegaban. Sacamos las manos y las estrechamos en señal de amistad. La Navidad había hecho amigos de los más acerbos enemigos».
La tregua, lejos de ser episódica, tuvo gran extensión entre tropas de diversos países y se dio con características muy similares en diversos lugares de los frentes belga y francés. Más recientemente el tema ha sido tratado con mayor extensión en Silent Night, obra publicada por el historiador militar Stanley Weintraub en el año 2002.
Más información sobre la tregua navideña de 1914
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historia
Cuando miras
Lago Dal, Srinagar (Cachemira) Foto: Mukhtar Khan / AP |
como si viniera a apagarse y morir en los crudos perfiles,
haz que evite los espejos y que en su vuelo se aleje del iris,
que de la imagen retenga sólo su brillo,
como un asomo fugaz para recordar el camino,
y haz que te nuble la pupila serena
cuando alcance la belleza en su agonía.
jueves, 23 de diciembre de 2010
Paradoja normal
Lo más normal es que la normalidad sea una cualidad tan fingida que resulte difícil reconocer lo que es normal e imposible saber qué es lo más normal.
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paradoja
A verlos venir
Luego diremos que no se les veía venir, que sus atropellos no violaban la constitución, que con sus abusos y corruptelas pretendían el bien común, que en esa buena dirección aprendimos qué era lo que realmente interesaba, que a nada conducía hablar si no era en positivo, que habíamos vivido de vacaciones en una realidad paralela, que nuestras intenciones solidarias eran utópicas y totalitarias, que el respeto sólo puede ser entendido desde la autoridad, que el despliegue policial nos protegía sobre todo de nosotros mismos, que un estado, por vacuas que sean su instituciones y por humillantes que sean sus símbolos, siempre es un bien que está por encima del bienestar de sus ciudadanos.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
La guarida de Escila
Silla de la Reina, Monte Faro, Islas Cies Foto Destylou (2009) |
Cuando Circe, la augusta, trata de señalar las dificultades que aún esperan a Ulises en su retorno a su Itaca natal, pasa a proponerle dos posibles rutas: la que siguió Jasón con sus argonautas y la que atraviesa entre los promontorios de Escila y de Caribdis. De la guarida de esta primera, Homero hace una descripción vívida y pavorosa, empezando por el afilado peñasco que la aloja:
«La cima de uno de ellos se clava en el cielo anchuroso, cubierta de una nube perenne y oscura: jamás, ni en los días de verano u otoño, la baña la luz. Ningún hombre aquel monte pudiera escalar ni asentarse en la cumbre aun teniendo diez pares de pies y diez pares de manos, porque es lisa la escarpa lo mismo que piedra pulida.
Tenebrosa caverna se abre a mitad de su altura orientada a las sombras de ocaso y al Érebo: a ella puesto el caso acostad, noble Ulises, el hueco navío. Ni el más hábil arquero podría desde el fondo del barco con su flecha alcanzar la oquedad de la cueva en que Escila vive haciendo sentir desde allí sus horribles aullidos.»
Luego de describir su naturaleza sanguinaria y monstruosa, viene Ulises a mostrar su pretensión de evitar el segundo risco en que la «divina Caribdis ingiere y vomita aguas oscuras tres veces al día» para enfrentarse a la cruel Escila. Circe entonces le replica:
«¡Obstinado! Tu siempre pensando en esfuerzos guerreros y proezas. No cedes siquiera ante dioses eternos, que no es ella mortal, antes bien, una plaga sin muerte, un azote tremendo, agobiante, feroz e invencible, y no hay fuerza capaz contra él: lo mejor es la huida».
martes, 21 de diciembre de 2010
Lo que importa
Al darle importancia a lo que haces, la obra acabará siendo muy tuya, aunque no necesariamente importante.
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lunes, 20 de diciembre de 2010
Para afrontar la noche
Eclipse lunar, Doug Murray (Octubre 2004) |
Como ya anochece, me hago eco de que «Las tinieblas estarán de fiesta durante el 21 de diciembre de 2010, noche de solsticio invernal, ya que un eclipse total de luna gestará la noche más obscura de los últimos 456 años». No deja de ser curioso que pijamasurf.com haya escogido este titular para comunicarnos la efeméride astronómica. Según parece, lo que se anuncia como fiesta de las tinieblas tendrá que ser de entrada una fiesta a oscuras. Así que es mucho suponer que con esas tinieblas llegue la fiesta, salvo por el lado lúbrico. Otros informantes algo más preciosistas, hablan de ese tono rojizo que la luna llena adoptará antes de entrar en la oscuridad, a su paso por la penumbra. Con semejante telón de fondo sólo falta que los más cuentistas hablen de echarse encima la piel de lobo para salir aullando a esperar a Caperucita.
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domingo, 19 de diciembre de 2010
En el fondo del valle
Fogón con lumbre viva entre penumbras, a su alrededor todos alargan sus ateridas manos y van arrimando el asiento. El vate permanece en su viejo sillón y la audiencia menuda en una banqueta, en un extremo y esperando al invitado queda una silla vacía. Apenas se mueve el anciano, el calorcillo le ha cerrado los ojos. Hundido en el sopor, mientras el fuego crepita, comienza a susurrar algo. Dijo ayer que hablaría de gente de otros tiempos, de los que vivían allá en el fondo del valle, de los que se fueron... Ya abre los ojos, silencio. Mira fijamente a la bancada, bebe de una tacilla y seguidamente inicia su historia con voz timbrada y profunda:
«A lomos de fuerzas oscuras, sin domeñar del todo siquiera, te verás de ferrón deslumbrado por el ritmo de las llamas; si empuñas sus riendas macabras y atraviesas a creciente galope la temible oscuridad de los bosques, harás carrera sombría, quizá ibas para guerrero y en esta te hagas poeta; pero si vives sometido a la frondosa fuerza, bajo el imperio de héroes siniestros, caminarás siempre temeroso, como todos en esta historia; sólo el mejor de los nuestros, quizás seas tu, el que se revuelve indómito y durante siglos vaga por esa espesura profunda para, llegado el caso, dar rabiosa cornada a esas tinieblas telúricas.».
Desfallecido por la tensión el hombre enmudece. Es entonces cuando el más pequeño de la bancada se levanta y tirándole de la manga le pide: «Abuelo, cuéntanoslo otra vez, que aún no lo entiendo».
sábado, 18 de diciembre de 2010
Arquetipos de cero
Si uno elige el círculo parece asumir simbólicamente el vacío y el horizonte que media entre lo finito y lo infinito. Si uno elige la espiral parece buscar simbólicamente el cambio y el trayecto que media entre el punto original y la plenitud. El círculo tiene algo de estático, hipnótico y absorbente, gira en torno a la propia conciencia y da expresión al ser. La espiral es de curso dinámico, expansivo, modela nuestros ciclos de paso y da expresión al devenir. Para el europeo la alternativa circular, llegada de Oriente, viene a alentar los fantasmas asociados a su ancestral horror vacui, es como la cueva del dragón. Sin embargo, en la alternativa espiral, redescubierta en América, se condena a verse evolucionar sumido en un retorno perpetuo, es como el pozo de la locura.
Caligrafía de un enso |
El simbolismo ligado a la espiral aparece de un forma algo más confusa en el signo del cero maya. Los glifos que lo describen tienen forma de concha, de puño cerrado o de flor. En el de la concha, que es quizá el más común, encontramos una imagen de plenitud lograda, cuya ausencia de vida marca el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento, pero en un orden superior. En el sistema de numeración este paso a unidades superiores a través del cero resulta crucial. Este hecho podría confirmar además un principio filosófico por el que el ciclo actúa como factor regulador del crecimiento.
Formas del cero en la numeración maya |
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viernes, 17 de diciembre de 2010
Silencio
Hay tres o cuatro razones para mantener absolutamente todo en silencio. De poco peso serían si ahora voy y te las cuento.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Tigre y cordero
Tiger and lamb (2008), Reiner Ehrt |
Esa reversibilidad de ternura y violencia, que se acepta como juego entre animales y muñecos, necesita para las fábulas con humanos un recorrido mucho más complejo. Para interpretar el juego supremo de esos y otros instintos básicos surgieron en el XIX revisores del fabulismo ilustrado. El más notorio, el poeta William Blake, remitía ese arte al sumo hacedor, en cuyos designios vitales cabía a un tiempo la ferocidad del tigre y la ternura del cordero. Del título de una de sus obras deducimos que el hombre se quedaría en mero cantor de esos animales, vistos como emblemas de la experiencia o de la inocencia, en calidad de monstruo y desvalido.
La salida a las pantallas infantiles de animales, muñecos y autómatas parlantes, que combinaban inteligencia e instintos, puso a prueba esa oposición entre ferocidad y ternura, y puso en solfa esa desmañada creación de un bestiario dividido por el bien y el mal. Apuntando a toda su carga emblemática, hace tiempo que esa oposición merecía una revisión menos fabulada y más paródica. La viñeta del caricaturista sólo da para un golpe de vista y tiene que ser certera. En la de arriba Reiner Ehrt da un extraño giro al motivo. Destruye la oposición poniendo al cordero en brazos del tigre y le añade un guiño irónico al dar nueva versión del mítico triángulo con manzana. Gracias a él concluimos que un paraíso bien imaginado siempre puede ser otra cosa.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Lord Gagá
Provoca, claro, hasta adueñarse por un momento de todas las pantallas. A fin de cuentas son estos «picotazos» impenitentes los que las mantienen en activo. Este asunto es tan chirriante a la vista, y su análisis tan necesario, que urge sacar al analista que llevo dentro para preguntarle —desde la distancia y como tronado gagá— acerca de quién está tras Lady Gaga. Por manida esa pregunta —para empezar, un poco ingenua y amateur— viene a anunciar que echarle el foco encima poco o nada nos dirá. Hemos conocido fenómenos similares, anunciando casi siempre profundos cambios en la concepción y venta de ferias y espectáculos. Para mal o para bien ella es mero producto y lo que de veras nos diría algo más es quién está detrás de esas pantallas. Tampoco eso es difícil. El quién no queda muy lejos del objetivo perseguido por los mercados de inventos y truculencias, y supeditado por completo a él.
Otra cosa serán los que están delante, que también importan y que son los pacientes complacientemente provocados. Algunos asumimos la provocación, así en genérico, como una estimulante terapia de choque, como un modo casi lisérgico de remover neuronas y poner al día nuestra capacidad de adaptación, más que nada por darnos curso evolutivo y no vernos disfuncionales en vida. En los devotos, sin embargo, toda esa ventolera parece absorberse con avidez, como una estimulante ráfaga de aire, aire más bien revenido y espeso que nuevo, en un ambiente tirando a asfixiante. Mirando al público de devotos y no devotos en su conjunto, bien se ve que la ganancia común es el estímulo procurado con la provocación. Y ahí es donde el analista de pago da voces de asombro y, tras hacer su cucú en una revista del ramo, profundamente afligido se escandaliza, porque esos estímulos con su desproporcionada medida están también midiendo un estado colectivo, llámesele social o global, de extendido embotamiento y atonía.
martes, 14 de diciembre de 2010
Todos para uno
Tomado de apuntesgestion.com |
Cuando uno analiza los llamamientos con expresiones tales como cumplir programas, colmar expectativas, alcanzar objetivos, afrontar retos o socializar afanes, pronto descubre cómo ese encuadre ejecutivo se desliza invasivamente en la órbita personal, de la que se reclaman acciones, cuyo logro, fijado en techos numéricos, apenas entiende de referencias sociales y cuyas exigencias suponen al individuo así «recrecido» la progresiva pérdida de las personales.
Uno de los argumentos que muestra con más claridad el avance y la intimidación ejercida a través de ese tipo de programas de rendimiento laboral, disfrazados de crecimiento personal, es la facilidad con que sentencias tan malévolas como «nos has decepcionado, esto no es lo que esperábamos de ti» trasladan al ámbito de lo personal los resultados de la empresa. Además del mayestático «nos» que convierte al juez en un actor tan decisivo como inidentificable, se coloca ese extraño «lo que esperábamos de ti» en un lugar lo bastante inaccesible como para resultar culpable y como para que te sientas culpable.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Fines y mundos
Tsingy de Bemaraha (Madagascar) |
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domingo, 12 de diciembre de 2010
Detrás del escudo
Escudo del emperador Tewodros II (s. XIX) Tesoro de Maqdala (Etiopía) |
viernes, 10 de diciembre de 2010
Un goce devorador
Zeus y Semele, Grabado de B. Picart (1673-733) Imagen tomada de Greek Mythology Link |
A medida que retrocedemos de madame Bovary o Anna Karenina a los tiempos del barroco, las heroínas del amor pierden nombre propio. Sólo el Olimpo divino retiene y ofrece ejemplo de amores transgresores. Es el caso de Sémele, raptada por Zeus y acogida en su tálamo, en perjuicio de Hera, que despechada fabula su venganza. Para ello inducirá a la ingenua Sémele a pedir a Zeus señas de autenticidad y poderío, de lo que resultará un encuentro amoroso marcado por el fulgor y el trueno, y concluído con su amante reducida a cenizas. Pocas historias reflejan mejor el estatuto amoroso en el régimen antiguo, donde la aristocracia fulmina sin compasión las incursiones de los amores de ocasión. Si dejamos a un lado toda la moraleja, aún nos queda la expresión barroca de la transgresión, y ésta sí que es realmente deslumbrante.
Escribo un poco al son del aria Endless pleasure, endless love de la ópera/oratorio Semele de Händel. Y no sé si podría darse un ejemplo más vivo de esa eclosión barroca de amor. Para su expresión se busca modular la euforia de todas las formas posibles, una modulación que impone recursos vocales nuevos, con un canto colorido, matizado y sobre todo cálido, próximo en lo esencial al estilo sensual propio de la tradición italiana, si bien el brillo final depende del repertorio del que disponga la soprano. En la cita musical que propongo, es Kathleen Battle la que hace gala de su maestría sublime. Se embarca en la gavota de la mano de la orquesta, a la que va ofreciendo chispeante réplica. El derroche de gracia y soltura es palpable en todas las suertes vocales y sin perder en ningún momento el aire de alegre apoteosis. El acabado temple de su voz acoge con gusto alardes, bien sea sofocados vibratos o hipnóticos melismas, en un diálogo que la sitúa siempre por encima del dominio de los violines. Sólo al final, tras un ejercicio límpido e insuperable allá en las notas más críticas, cede el turno, como quien contagia su infinito gozo al coro entrante.
Semele, G. F. Händel
Endless pleasure, endless love, Kathleen Battle
English Chamber Orchestra, J. Nelson
Deutsche Grammophon, 1993.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Rastro oscuro
Al fastidio de la solina se añadía lo que llevaba a rastras. Aquel rumor sordo que implacable le perseguía, le hizo volver finalmente la cabeza, aunque nada vio de provecho. Con semblante cariacontecido retomó la marcha. Un leve suspiro vino a aliviarle mientras sentenciaba: «Desde luego, he conocido sombras mejores, y menos cargantes».
miércoles, 8 de diciembre de 2010
El premiado
Con el premio entre manos se dirigió hacia la tribuna acompañado por el cálido y rendido aplauso del selecto público asistente. Una vez allí permaneció por un instante entretenido en sacar unos folios del bolsillo y en acomodarse las gafas. De repente su gesto se endureció y echó hacia atrás la cabeza con los ojos entrecerrados. Al volver en sí su mirada parecía extraviada en algún oscuro rincón del fondo de la sala, pero pronto la atrajo hacia el atril, donde fue extendiendo con paciencia sus papeles. Agarró con firmeza sus estribos laterales y ensayando un mohín de cortesía hacia autoridades, focos y cámaras comenzó a hablar. Quiso entrar en tema haciendo mención —porque así convenía al asunto, según dijo— a un afamado poeta sueco, cuyo nombre por sobrentendido obvió, el cual en el ocaso de su carrera sintiéndose como escritor en el papel de gran director de asuntos universales, tuvo a bien escribir estos humildes y luminosos versos:
«¿Sabes tú aire que yo soy la luz?
¿Sabes tú cielo quién te viste de azul?»
Al oírlo me sentí interpelado como una vulgar mota de polvo cósmico y sometido al imperio de los intérpretes clarividentes. Creí probable incluso que no existiera poeta sueco, que todo formara parte de una soberbia puesta en escena. Los versos parecían alentar la entrada de Dios todopoderoso en el escenario. Más pompa que belleza, demasiada, desmedida para quienes entreven a lo sumo inciertas auroras. Tanto sabía el poeta o el premiado que me sentí ajeno a su mundo, y opté por la retirada de inmediato. Todo hacía suponer que, si ese hombre se había sentido luminaria en medio de esas galas boreales, lo venidero no podía ser mucho mejor.
martes, 7 de diciembre de 2010
El estilista paranoico
—Corro grandes riesgos.
—¿Porqué lo dices?
—El otro día, sin ir más lejos, alguien en el Facebook comentó que yo escribía greguerías.
—¿Se sabe ya?
—¿El qué?
—Pues que escribes tonterías.
—No, no, que escribía gre-gue-rías.
—Ahhhh, ya. ¿Y escribes eso?
—Bueno, a veces, igual, así en corto, pero me salen sin querer.
—Entonces mejor que dejes la pluma, y sobre todo, cuídate.
lunes, 6 de diciembre de 2010
El bosque mudo
Vaivén de hayas. Bosque de Seanbe (Beruete) |
La mañana no era excesivamente fría. Por el camino la nieve se ha ido haciendo poco a poco visible. Primero en las cunetas, luego en los prados cercanos a la ruta, poco después empezamos a hollarla y un rato más tarde nos rodeaba casi por completo. A su lado el bosque parece un testigo mudo contemplando nuestros devaneos. Por el camino nevado lo que impresiona no es tanto la estampa candorosa de los claros, sino el velo brumoso que mantiene visible y distante el arbolado, y sobre todo la gradual entrada en el silencio del bosque. Un silencio apenas distraído por las pisadas de nuestro pausado y rítmico paseo.
No ocultaré que estas entradas en el bosque, ahora en invierno, tienen un efecto algo sobrecogedor. Te sabes en dominios ajenos, las huellas que cruzan tu camino te indican otras rutas, otros usos, seguramente la búsqueda de alimento, huellas del afanoso instinto de supervivencia. En ese marco a lo sumo eres un merodeador malvenido. Tu te impones libremente, al límite de tus posibilidades y ventajas, sobre el territorio. Ahí está tu esfuerzo, dices, por banal y gratuito que sea, sin darte cuenta de que con tu banalidad y su exclusión construyes aquí tus ritos.
El silencio de estos parajes te empuja de manera natural a caminar al ritmo de tu fuelle, aunque un tanto ido y concentrado en tu murmullo interior. La costumbre te ha enseñado que al acompasarlo con el sonido exterior, con el de tus pasos, eludes la ansiedad y el cansancio. En la nieve las pisadas suenan de un modo inconfundible, un poco quedo, como un frotado más o menos profundo, rematado por el chasquido del calzado en la tierra firme. Que nadie busque en estos andares ningún eco musical y menos los aires marciales de un desfile. Aquí el que marcha normalmente mira, tantea, escoge y por encima de todo recoge sensaciones. Cultivadas más tarde, en el recuerdo, aportan algo de templanza, son provechosas.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Retrato en blanco y negro
Pamplona, Spain. Alvaro Barrientos/AP para The Guardian. |
sábado, 4 de diciembre de 2010
Jericó y sus astrónomos
Vuelve la montaña al silencio y un ejército de espíritus inunda con el trueno las llanuras. Dice el Señor a Josué: «Si en Jericó nadie escucha tus trompetas, tomarás en mi nombre tu martillo, sin piedad hasta que los sometas». Han llegado corazones intactos batiendo con su locura tambores, arrecia al unísono el aullido de las trompas y tras ellas aún se escucha el paso rastrero de las bestias. Allá arriba gentiles y luminosas les esperan las cabezas, alzadas sobre picas relucientes, con sus ojos vagabundos confundidos por los cielos. Siguen ahí desde el alba, sobre las torres, escrutando el vuelo de los astros, ancianos de escaso pertrecho, sin más ropaje que su tortuosa lógica y sus tablas, sin más arma que el báculo en el que gravitan. Del sidéreo azul su mirada desciende fatigada sobre las tercas montañas y descubre afligida el oscuro creciente en el llano. La sombra es tan sorda y certera como el golpe del martillo divino. Un Josué ensangrentado asienta al espíritu dominante, guardado en el arca hermética, y declara sagrada la plaza. Su Señor cruza sigiloso el crepúsculo, elude aquellas escrutadoras miradas y en la oscuridad profunda se pone a salvo de su asedio.
viernes, 3 de diciembre de 2010
El vuelo clásico
In the Shadow of Saturn (2009) Cassini Imaging Team, NASA |
Orillas del amor que las frías aguas separaron,
espejos que se entregaron, con tan ansiado fervor,
a soñar un día reflejos en aquel tenue verdor.
Cuanto más profundo el sueño, más oscuro se hizo,
sin dueño el pálido mundo a lo lejos se desdijo,
y ya nunca el espacio puro quiso ofrecerle reposo.
Animado por la corriente, en glorioso vuelo ascendía,
mas al paso por un cielo silente cautivo aún proseguía
entre las órbitas tenaces del vértigo más furioso.
jueves, 2 de diciembre de 2010
Cosas que tiene el círculo
Además de mantenernos informados, el tinglado multimedia suele aportar su estrábico punto de vista para generar conocimiento sorpresa. Como medium idoneum para entrar en contacto con el conocimiento hermético destaca entre los demás la hipnótica televisión, que hoy mismo nos ofrecía imágenes de un colosal cilindro de 8 metros de largo, cuya sección circular, de la que se mostraban imágenes evidentes, tenía 6 metros de alto y también 6 de ancho. La vidente de turno, dando cuenta a pie de cilindro, no salía de su asombro y nosotros tampoco. Pero aquí debajo se disipa la confusión.
Teorema circular: ancho = alto |
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Estuve perdido
El fantasma de la transparencia recorre las cancillerías del mundo y una ola de desconfianza se abalanza sobre sus tribunas. La vieja jerga del amago y la amenaza, aquel tupido juego de embustes y empellones, y el nuevo lenguaje académico del chantaje y el acoso, todo lo que ya suponíamos salta ahora a la vista. Esta cruda e higiénica visión me trae a la memoria al venerado Cínico del Gran Poder cuando instruía a la parroquia regalando sus bífidas palabras. «No puede haber confianza entre nosotros» decía el prohombre, «si previamente no hay de tu parte franqueza». Perdido entre el «nosotros», allí estaba yo. Gracias a su desconfianza hoy he recuperado la confianza, porque empiezo a saber lo que él no sabe.
martes, 30 de noviembre de 2010
La torre Einstein
Me dicen poco las etiquetas, particularmente cuando se endosan con ligereza y sin demasiado tiento, por ejemplo acudiendo a la extracción social del autor o al talante artístico de su generación. Bastó que Erich Mendelsohn renunciara al racionalismo implícito en la recta para que se le calificara de expresionista. Sabido es que para la arquitectura clásica todas las curvas cuyo esfuerzo no se traduzca en cúpulas o arcos son consideradas más un motivo que un elemento formal, y en consecuencia una extravagancia estructural que busca sorprender algún orden expresivo que se tiene por natural. Teniendo en cuenta que este edificio lleva ya más de 80 años cumpliendo su función original como observatorio astronómico, uno intenta imaginar en qué medida se dio con su diseño licencia a una expresión formal menos natural o más allá de lo funcional y, si así fue, qué es lo que con él se expresó.
Einsteinturm, E. Mendelsohn (1917-21) Telegrafenberg, Potsdam, Berlin |
Uno de los croquis iniciales de Mendelsohn |
Visión tridimensional del interior: http://www.youtube.com/watch?v=iOpPmZLrSVU
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lunes, 29 de noviembre de 2010
Aporía de nosotros los simples
Pantalla de SimCity 3000, Electronic Arts (2010) |
Los partidarios de la segunda vía, la conservacionista, suelen considerar cualquier posible tránsito de lo simple a lo complejo como aleatorio y metodológicamente inviable. Este escepticismo los mantiene presos de lo simple hasta el punto de promover una auténtica sacralización de la genuina simpleza. En la devaluación de la sencillez primaria, previa a su disolución en lo múltiple, advierten una actitud derivada y artificial que acarrea en el dueño de lo simple una irreversible pérdida. Para evitarla no hay otra defensa que la elevación de esa difusa cualidad de lo simple a categoría sustancial en la unidad numérica, un registro sólido e impenetrable que asegura su pervivencia. A partir de ahí, en el ejercicio de su simpleza, ese uno del simple busca su pareja y dominio en todo lo que por ser también uno y a nuestro alcance le corresponda. Abre entonces su dominio a todos los unos mundanos que quedan de ese modo reunidos como un uno solo. Esto hace que el culto a la unidad empiece a serle rentable, puesto que de existir un mundo, forzosamente debe ser suyo. El mundo no crece aquí movido por la ilusión, es la ilusión que el simple lleva dentro sin saberlo.
Es así como el devenir del simple, en su soberana simpleza, discurre siempre encarrilado entre la ilusión de poseer todo lo posible en el mundo y la de generar todos los mundos posibles.
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domingo, 28 de noviembre de 2010
Terapia cosmopolita
Pasillo de la estación Passeig de Gràcia, tomada del foro Andén 2 |
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viernes, 26 de noviembre de 2010
Mira tu reloj
Dicen que el futuro nos trae novedades. Atacadas por el horario todas caben en un reloj.
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jueves, 25 de noviembre de 2010
En voz baja
En voz baja, mudo el gesto, con palabras apagadas, en secreto, quiere ganar tu confianza confundido entre susurros, con aires de intriga, ecos de compadreo, y hasta amagos de intimidación, todo con tal de poder exhibir como público trofeo tu amistad cómplice y hacer uso de la voluntad recién sometida.
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Historia de una travesía
Para que las ciencias formales sigan vivas ha habido que hacer hablar a sus protagonistas y recuperar el tono épico, organizar todos sus conceptos y conferirles un tono doctrinal, reproducir sus posibles aplicaciones y fomentar el tono utilitario. La retórica metodológica y la tecnológica se han ido apoyando en esos tonos épico y utilitario, mientras que en el capítulo central sólo parecía brillar la lógica. Sin embargo, para completar la propuesta histórica convendría reparar en un elemento estrictamente literario, que tiene su propia retórica y que suele pasar desapercibido. Nos referimos al problema y su enunciado, cuyo seguimiento histórico queda traspuesto ante el de las soluciones.
Pondré un ejemplo. Alcuino de York, consejero de Carlomagno y promotor en el siglo VIII de un ambicioso plan escolar, introduce en sus Propositiones ad acuendos juvenes los clásicos problemas sobre travesía de ríos. El XVII va con el epígrafe De tribus fratibus singulas habentibus sorores. Son tres los hombres que aparecen con su hermana frente al río y sólo se dispone de una barca para dos. El problema real —no el derivado matemático— es preservar la virtud de las doncellas, porque, como Alcuino nos recuerda, en cada individuo hay concupiscencia de sobra hacia las hermanas del prójimo. Imaginamos entonces como restricción obligada que ninguna quede en una orilla ante otro hombre sin la presencia de su hermano. El caso —a Dios gracias, habría que decir— tiene solución y Alcuino la señala en 11 pasos.
El problema, entre la utilidad y la moraleja, circula ampliamente hasta que unos siglos más tarde reaparece en las colecciones impresas como el caso de los maridos celosos. El asunto es el mismo, pero lo que en el XIII y XIV era un trasunto de galanes y doncellas es ahora asunto de matrimonios viajeros. El problema, esa amenaza de mancillamiento, no varía, aunque pasa a cernirse sobre las esposas. En estos temas los clérigos siempre acaban viendo curiosas luces. Fra Luca Pacioli, al entrar en el siglo XVI, sugiere dejar en la orilla una barca más grande. ¿Porqué no?. Lejos de avenirse a remedio tan fácil, Tartaglia replica proponiendo el caso de las cuatro parejas. El asunto parece enredarse hasta que en el XVII Leurechon da un golpe de timón y lo pone al día. En el mismo escenario fluvial se reúnen ahora amos y criados. El nuevo problema es que los amos no soportan a los criados ajenos y que si un criado se queda a merced de otro amo sin la protección del propio corre riesgo severo de salir malcompuesto. En lo formal, el asunto no ha cambiado. En lo real, se cambia esposa por criado y el aprecio por lo ajeno se invierte, manteniendo la vista siempre puesta en la autoridad. Las revoluciones y las contrarrevoluciones vividas a lo largo del XIX dejan su huella en la versión aparecida en 1881 en el Cassell’s book of in-door amusements. El problema da ahí un giro inesperado. Los criados se tornan pérfidos, tienen ánimo de robar a sus dueños y lo harían si fueran más en número que ellos. Una perversión, o sea una perfecta inversión, del papel de víctima, pero esto en la matemática no tiene reflejo.
De la versión de Missionaries and Cannibals, juego en la red para alumnos de secundaria |
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miércoles, 24 de noviembre de 2010
Bonito problema
Gordian knot (2006), Aexion, Fractal Art en www.rfractals.net |
En esa amenaza de perplejidad vivimos, sin reparar que nuestras maniobras atraen a gente que lleva un tiempo contemplándonos desde la segunda fila. El más audaz se acerca con decisión, señala el tenderete, con todos sus elementos dispuestos y ordenados, y me apunta que si quiero ver todo de golpe tengo que reorganizar por completo su arquitectura. Me encojo de hombros, no entiendo esa literatura. Él mientras, junto con otros espontáneos, procede. El entusiasta equipo de proyectistas desarrolla ante mí una de esas nuevas, celebradas y publicitadas actuaciones innovadoras, una auténtica performance científica. Cierto, ahora el problema es otra cosa, es imponente, de una belleza magnética, de una profundidad insondable. Tiene algo de monumental, y de armonioso también, como si estuviéramos ante un nudo bien atado y prieto, ciertamente brillante. Ya digo, el problema es agradecido de ver, pero el enfoque no es muy penetrante. Creo que tardaremos en conocer la respuesta precisa.
martes, 23 de noviembre de 2010
Atizando las brasas
Los que viven de ello dicen que en economía se alcanzan las más altas cotas de complejidad problemática, así que tras proponerse como paladines frente al dragón, le han puesto a sus pesquisas un nombre sugerente: análisis multifactorial. Muy creativo como rótulo, pero de resultados, según vamos viendo, escasamente alentadores. Y es que son muchos últimamente los temas que se nos van quedando sobre la mesa sin la adecuada «factorización». Entre otras razones, porque habría que proseguir el «pelado» del problema y la descomposición en factores, atendiendo a la psicología humana, tema este que les queda fuera de cuadro.
A ver, listos, y digo listos más que preparados, ¿de qué va la especulación? Respuesta: Es un fruto más en el ejercicio de la libertad, sin él no hay empresa, peor no hay mercado, o sea las cavernas. Pero la cosa es si ese fruto es benigno o maligno, y no ese «incuestionable» valor contante y sonante de lo que se supone que acarrea. A ver, no es más cierto que se trata de un juego de dominación poco diáfano y ventajista, en que el tahúr deja desplumado al codicioso membrillo. Lo que queda mal a deshoras, sobre el tapete verde y oculto en una nube de humo, tiene fuerza de ley a plena luz y en el parqué: tu compras, yo gano; tu vendes, yo gano. «No, qué va, no gano siempre» me dice el del lápiz tras la oreja. «Al final es la suerte, la intuición y el conocimiento del medio» insiste, «es la selva, la supervivencia, una versión de la vida misma». Humano, pues, concluyo.
Pues bien, desde lo humano, a donde habíamos llegado, creíamos haber puesto solidariamente a cubierto de esta tropa silvestre a todos los que están fuera de juego, gentes cuya capacidad productiva, y en definitiva cuyo valor de cambio, queda por debajo de lo que consideran tolerable, vamos, que no valen nada. Ahora frente a los Estados el lema con el que la jauría arremete parece ser «no debe haber dinero inútil», que es tanto como decir «ningún dinero para los inútiles». Hay paradojas de verdad crueles. Parte del dinero con el que se empuja, o se puja, en ese juego de ruleta y poder tiene a pensionistas como titulares. Buscando seguridad en su declive o en su zozobra personal, imponen su capital más o menos modesto, pero útil, tras pantallas opacas, y a continuación se refugian en la inocencia del ciego. Temprano o tarde dejarán de contar monedas alelados por la brisa marina, porque alguien pasará a cobrarles. El miedo parece libre, pero analizando a fondo ese «factor humano» pronto se adivina inducido. En la hora de la crisis, el oportunista sigue a sus oportunidades, los demás no saldremos adelante sin conservar y poner a prueba nuestra capacidad para repensarla, nuestra capacidad crítica.
lunes, 22 de noviembre de 2010
domingo, 21 de noviembre de 2010
Al pie de un nogal
Es ya leyenda entre las gentes de la mecánica el artilugio con el que Medardo Fetucci se exhibía ante los asombrados campesinos en tierras de la Umbria. Queda constancia de la máquina atendida por el propio Medardo y servida como fondo rústico en un óleo que, por encargo de los duques de Urbino, pintara frente a su castillo hacia 1570 el inimitable Tolentino. Para su época resultaba avanzado que el fuelle de madera, gobernado a dos manos desde el suelo con un ingenioso sistema de pinza y doble resorte, alcanzara cómodamente la más delicada y deliciosa fruta del árbol, la que madura en las alturas y que hasta entonces sólo era accesible a gigantes. Cuentan que el invento fue la atracción de todas las ferias. El éxito fue tal que Medardo nunca pudo dedicar un tiempo a conseguir el mejor gobierno del complejo aparato, que en ocasiones reaccionaba de forma errática.
La visita a los dominios del duque de Urbino, por su importancia y urgencia, volvió a alterar los planes de adiestramiento pendientes. Aún así, nada más llegar a la finca solicitó permiso para plantar la máquina bajo un frondoso nogal. Cuando al día siguiente, en presencia de numeroso público, se aprestaba tembloroso y jadeante a situar la caprichosa pinza frente a una de las nueces, siempre bajo el control de sus manos sudorosas, tuvo el duque la amable ocurrencia de dar esparcimiento bajo el árbol a su pequeño mono. Como si la pértiga de Medardo no tuviera otro fin que ir señalándole piezas, no hubo nuez que aquella bestia famélica no se comiera. Descargado el nogal de este modo de todo su fruto, aún hubo Medardo de desmontar pacientemente su portentoso dispositivo. En estas estaba cuando el duque se acercó a ver lo que había conseguido recoger, pero Medardo no pudo sino mostrarle un cesto vacío. Divertido por el desenlace del desafío, se inclinó el duque para recuperar de manos del mono la última nuez. Mostrándosela le dijo entonces: «Maese Medardo, si de dos manos se recibe lo que no logran dar tres, o bien os sobra una o bien os sobran las tres».
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Cordillera Himalaya. Imagen del satélite ASTER (17/2/2002) USGS National Center for EROS and NASA |
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sábado, 20 de noviembre de 2010
Ciudades y costumbres
Probablemente a finales del siglo XVI en el reino de Castilla ya no se ejecutaba la pena de vergüenza pública con el rigor que Las partidas de Alfonso el Sabio dictaban para el adulterio, fuera éste sobrevenido o consentido. En este delito quedaban señalados con similar castigo, además de la adúltera (porque sólo éste era al parecer el caso delictivo), el cornudo paciente y la alcahueta pública, esta última por ejercer el arte de la tercería. En definitiva, un triángulo amoroso en el que clama la ausencia del burlador, del adúltero. El jurista Antonio de la Peña, en su Tratado muy provechoso, útil y necessario de los juezes y orden de los juicios y penas criminales de 1570, describía la ejecución de la sentencia del siguiente modo: «Lo que hoy en nuestro reino se practica es que sacan al marido y a la mujer caballeros en sendos asnos, él desnudo delante y ella vestida detrás con una ristra de ajos en la mano, y cuando dice el verdugo: 'quien tal hace que tal pague', ella le da con la ristra».
En el atlas de ciudades Urbium Praecipuarum totius Mundi, editado en Colonia por Georg Braun con grabados de Franz Hogenberg entre 1572 y 1617, se recoge con cierto detalle esta humillante práctica. La lámina corresponde a la ciudad de Sevilla. En ella vemos en cabeza de la comitiva a la alcahueta subida en su jumento y envuelta en una nube de moscas. Le sigue el marido con tremenda y florida cornamenta, bien repleta de banderitas y hasta con su campanilla. Detrás va la mujer que se cubre la cara con barbas y arrea con una rama al compungido marido. El de los ajos es aquí el alguacil, que también gasta corneta para anunciar el paso. Cierra el desfile la autoridad armada y bien cabalgada, que seguramente vela para que los curiosos no se desmanden con sus mofas.
El apunte documental y el talento artístico los puso aquí el flamenco Hogenberg, cuyas costumbres y usos, por rígidos y severos que fueran, mucho debían de distar de los sevillanos. En realidad le extrañaron lo bastante como para estampar este cruel paseo bajo la imagen de la ciudad, como su santo y seña. Aunque tuvo la delicadeza de vestir al cornudo, no le ahorró escarnio. Ni a él ni a las dos descarriadas, a las que contrapuso dos solemnes esfinges cubiertas de respeto, de pies a cabeza. El jolgorio con el que los mirones reciben a los afligidos paseantes no parece haber cambiado sustancialmente.
viernes, 19 de noviembre de 2010
A escena
En la escena política con la llegada de los asesores de imagen la comedia está asegurada. Todo empieza con esa elección de disfraces, que suele conceder prosapia y oropeles a quien con su sencillez mejoraba. Y si el traje en el candidato no encaja, por ir de genuino o por contrahecho, pasan a desbastarle asperezas y a podarlo por los extremos para ponerlo en circulación como ejemplar homologado y neutro. Cuando todo el elenco de la obra luce en la orla bajito, pero a la misma altura, los asesores creen haberle ahorrado al sensible elector, que los conocía de sobra como gigantes o cabezudos, algún temible y devastador efecto. Tanta delicadeza apenas se ve recompensada, porque es muy cierto que todo lo que se disimula en ropaje nos lo devuelve el mal actor en crudo, en cuanto atosigado por el público comienza a fruncir el ceño. En realidad no hay modo de velarle la cara, de salvar ese último espejo. Hay quien opta por sacarlos en tropel, haciendo bulto, para que no resulten tan manifiestos, pero al final es de ley que hablen, que trasladen a la ciudadanía algún mensaje fácil y a poder ser escueto. Se afloja entonces el resorte para que el candidato vaya lenguaraz y suelto, aun a riesgo de que el discurso no cuadre, pero con la precaución de repartirlo en folleto. Para la despedida himnos, clamores y luces, globos para los niños y al protocolo fieles en todo momento: en camisa ante los jóvenes y de corbata con los viejos, a las mujeres beso ligero y a los adversarios buen palmeo, al reportero evasivas y al fotógrafo un gesto adusto, orgulloso, fiero.
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